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| El patrono de enfermedades de la garganta y laringólogos, conocido como San Blas, nació en medio de una familia acaudalada y de padres nobles; fue educado cristianamente y se consagró como Obispo de Sebaste, Armenia, cuando todavía era muy joven. San Blas era conocido por su don de curación milagrosa. Salvó la vida de un niño que se ahogaba al trabársele en la garganta una espina de pescado. Este es el origen de la costumbre de bendecir las gargantas el día de su fiesta. Al comenzar la persecución a los cristianos, por inspiración divina, se retiró a una cueva en las montañas, frecuentada por fieras salvajes, se le acercaban estos, cuando estaban enfermos para que les curase, pero no le molestaban en su tiempo de oración.
Cuando la persecución de Agrícola, gobernador de Cappadocia, contra los cristianos llegó a Sebaste, sus cazadores fueron a buscar animales para los juegos de la arena en el bosque de Argeus y encontraron muchos de ellos esperando fuera de la cueva de San Blas. Allí encontraron a San Blas en oración y lo arrestaron. Agrícola trató sin éxito de hacerle apostatar. En la prisión, San Blas sanó a algunos prisioneros. Finalmente fue echado a un lago. San Blas, parado en la superficie, invitaba a sus perseguidores a caminar sobre las aguas y así demostrar el poder de sus dioses. Pero se ahogaron. Cuando volvió a tierra fue torturado para que renegara de su fe, pero el santo se mantuvo firme por lo que se dio orden de ser decapitado. Aporte: Aica y Corazones.org |
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