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BEATA JACINTA DE JESÚS MARTO Vidente de Nuestra Señora de Fátima, nació en Aljustrel, el día 11 de Marzo de 1910. Murió santamente el 20 de Febrero de 1920, en el Hospital de "D. Estefânia", en Lisboa, después de una larga y dolorosa enfermedad, ofreciendo todos sus sufrimientos para la conversión de los pecadores, por la paz del mundo y por el Santo Padre. El día 12 de Septiembre de 1935 fue solemnemente trasladado su cadáver del sepulcro de la familia del Barón de Alvaiázere, en Ourém, para el cementerio de Fátima y colocado junto a los restos mortales de su hermanito Francisco. El día 1 de Mayo de 1951 se efectuó con la mayor sencillez, el traslado de sus restos mortales para el nuevo sepulcro preparado en la basílica de Cova de Iria, (lado izquierdo según se entra). El proceso de beatificación de los dos videntes de Fátima, Francisco y Jacinta Marto, después de las primeras diligencias hechas en 1945 fue iniciado en 1952 y concluido en 1979. El 15 de Febrero de 1988 fue entregada al Santo Padre Juan Pablo II y a la Congregación para la causa de los Santos, la documentación final que contribuyo para que el Santo Padre los proclamara "beatos". Por medio de esta documentación ellos fueron declarados "venerables" por decreto el 13 de Mayo de 1989. El último paso será, como esperamos, la canonización por la cual serán declarados "santos". Las Apariciones Fue la tutela del ángel de la guarda, el ángel del país y de la Santísima Virgen que llevó a estos dos niños a la santidad en solo pocos años. La Santidad es algo a la que todos estamos llamados y que todos podemos imitar. BEATO FRANCISCO MARTO Nació en Aljustrel, Fátima, el 11 de Junio de 1908. Fue bautizado el 20 de Junio de 1908. Cayó victima de la neumonía en Diciembre de 1918 y falleció en Aljustrel a las 22 horas del día 4 de Abril de 1919. Sus restos mortales quedaron sepultados en el cementerio parroquial de Fátima hasta el día 13 de marzo de 1952, fecha en que fueron trasladados para la Basílica de Cova da Iria (lado derecho según se entra). Su gran preocupación era la de “consolar a Nuestro Señor”. El Espíritu de amor y reparación para con Dios ofendido, fueron notables en su vida tan corta. Pasaba horas “pensando en Dios”. Según su historia, el pequeño Francisco pasaba largas horas "pensando en Dios", por lo que siempre fue considerado como un contemplativo. Su precoz vocación de eremita fue reconocida en el decreto de heroicidad de virtudes, según el que después de las apariciones "se escondía detrás de los árboles para rezar solo; otras veces subía a los lugares más elevados y solitarios y ahí se entregaba a la oración tan intensamente que no oía las voces de los que lo llamaban". BEATO FRANCISCO MARTO (1908-1919), biografía por el Padre Luciano Cristino Enfermó el 23 de diciembre de 1918, por gripe neumónica, y falleció el 4 de abril de 1919, después de confesarse y comulgar. Fue sepultado en el cementerio parroquial de Fátima, el día 5 de abril. El párroco, en una nota como proceso parroquial, organizado, por encargo del Arzobispo de Mitilene, en octubre de 1917, y enviado, el 28 de abril de 1919, para el Patriarcado de Lisboa, escribió, con fecha de 18 de abril: “Francisco –vidente- falleció a las diez horas de la noche del día 4 de abril corriente, víctima de una larga aflicción de 5 meses de neumonía, habiendo recibido los sacramentos con gran lucidez y piedad. Y confirmó que había visto una Señora en Cova de Iria y Valinhos”. Sus restos mortales fueron exhumados de la sepultura en la que se encontraba, el día 17 de febrero de 1952 y trasladados, el día 13 de marzo del mismo año, para la Basílica de Fátima, donde quedarán sepultados en el lado derecho de la Basílica. El 28 de junio de 1999, fue promulgado, en presencia del Papa, el decreto de la Congregación para la Causa de los Santos sobre el Milagro atribuido a Francisco y Jacinta, a favor de María Emilia Santos. El Papa Juan Pablo II, en Fátima, el día 13 de mayo de 2000, beatificó a los pastorcitos Francisco y Jacinta Marto, marcando el 20 de febrero (día del fallecimiento de Jacinta) el día de su fiesta. Homilía: “Francisco, uno de los tres privilegiados, exclamaba: “Nosotros estábamos ardiendo en aquella luz que es Dios y no nos quemábamos. ¿Cómo es Dios? No se puede decir. Esto sí que la gente no lo puede decir”“. “Al beato Francisco, lo que más le impresionaba y absorbía era Dios en aquella luz inmensa que penetraba en lo íntimo de los tres. Solo a el, Dios se diera a conocer “tan triste”, como el decía. Cierta noche, lo oyó sollozar y le preguntó porqué lloraba; el hijo respondió: “Pensaba en Jesús que está tan triste por causa de los pecados que se cometen contra El”. Vive movido por el único deseo -tan expresivo del modo de pensar de los niños- de “consolar y dar alegría a Jesús”. |
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