Hace casi veintiséis
años, el 11 de junio de 1982, un Sea Harrier británico demolió
el cuartel de los marines ingleses en Malvinas, que se alzaba en Moody
Brook. Allí murió, junto a dos compañeros, el soldado
Carlos Mosto. No debió morir en Malvinas, si es que alguien debe
morir en una guerra. Había nacido en Gualeguaychú, Entre
Ríos, en 1959; había cumplido con su servicio militar en
1981, después de una prórroga por estudiante porque soñaba
ser médico, y se había alistado como voluntario después
del 2 de abril. Mosto ni siquiera debía estar ese viernes de su
desgracia en Moody Brook. Pero uno de sus compañeros había
sido enviado al continente porque su madre estaba muy grave. Y Mosto ocupó
su lugar.
Quienes cuentan una y otra vez la historia del soldado Mosto son cinco
de sus hermanos de combate: Julio Miranda, Julio Espíndola, José
Caggese, José Luis Andino y Guillermo Díaz Rolón.
Espíndola va a sintetizar una larga charla con Clarín,
cargada de emociones y de recuerdos y de sangre y de palabras no dichas,
con una sola frase: "Nosotros ya andamos por los cuarenta y cinco
años. Pero yo siento que tengo veintiséis. Porque en Malvinas
nacimos todos de nuevo."
Hace unos años, Blanca, la mamá de Mosto, viajó
a Malvinas. El ex soldado Andino la vio antes del viaje y le reveló
cómo había muerto su hijo. La mujer entonces, con esa
lógica entrañable de las madres desdichadas, le dijo:
"Me gustaría conocer a mis otros hijos". Y Andino se
lanzó a la enorme empresa de volver a reunir a más de
dos décadas de la guerra, a los 110 soldados del Comando de la
X Brigada de Infantería que fueron a Malvinas. Lo consiguió.
Y es un libro a escribir. Ahora, en el anfiteatro de un banco de la
City, los ex soldados recuerdan.
"Yo di por azar con Eduardo Rotondo -relata Andino- un camarógrafo
que estuvo en Malvinas. Cuando le dije que había estado en Mody
Brook, Rotondo me dijo: 'Entonces tenés que conocer a Mosto'.
Y me hizo ver fragmentos de un video en el que aparecen los muchachos.
Una escena muestra a Espíndola mientras le da fuego a Miranda
y una bala inglesa pega en el agua, al lado de ellos; se oye el silbido
y todo. En otra parte se ve un reportaje a Díaz Rolón
y a Mosto. Eso es impresionante porque Mosto murió dos días
después".
"En mayo, a mí me hirió aquí -Díaz
Rolón se señala la sien derecha- una esquirla del fuego
naval inglés. Miranda me agarra de los pies y me mete en un pozo.
Y es Mosto el que me hace las primeras curaciones. Después baja
un médico y me llevan al hospital." (N. de la R. Díaz
Rolón no cuenta que pudo ser evacuado al continente pero pidió
quedarse con sus compañeros) Justo un mes después vienen
a hacernos esa nota y Mosto cuenta cómo me auxilió."
Miranda salvó su vida de milagro. "Ese 11 de junio salí
de guardia. Estábamos todo el día en el cuartel de Moody
Brook. Pero esa mañana me fui a dormir al pozo de Mosto junto
con otro soldado, Carlitos Chiappe. Era la primera vez que dormíamos
en un pozo. Cuando me desperté vi el cuartel destruido a y los
chicos buscando nuestros cuerpos, porque pensaban que estábamos
allí."
"Nos faltaban tres compañeros -recuerda Andino- Veo salir
herido del cuartel al mayor Baneta (Se refiere al hoy coronel retirado
José Rodolfo Baneta) que tenía la cabeza abierta, le dieron
trece puntos en la nuca, y no se quería ir al hospital. Entramos
al cuartel con dos compañeros para buscarlo a Mosto. estaba caído
trabando la puerta de la cafetería. Tenía el pulso ya
muy leve, pero estaba entero: a él lo mata la onda expansiva
de la explosión. Después entró la Cruz Roja y nos
echaron.
El soldado Mosto, que solía leer la Biblia, fue hallado entre
los escombros de Moody Brook. Entre sus manos apretaba un crucifijo. |
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