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Envía esta noticia a un amigo | 0702/2013 |
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“La Guerra de Malvinas fue la etapa más dura de mi vida” |
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Para muchos ya pasó, se olvidaron. Para otros, es una herida que aún “permanece abierta”. Es que la Guerra de Malvinas penetró tan profundo en el corazón de los argentinos, que hasta hoy, a 30 años del conflicto bélico, los recuerdos son imborrables... (elesquiu.com), Catamarca.- Después de permanecer en silencio durante mucho tiempo, por temor a que la tildaran de “loca”, Ester Antonia Algañaraz, que se desempeñó como auxiliar de enfermería en el Hospital Naval de Puerto Belgrano desde 1979 hasta 1985, se animó y habló de todo. A punto de jubilarse y con lágrimas en sus
ojos, reconoció que fue la etapa “más dura”
de su vida. “Estamos viviendo una segunda guerra, que es la indiferencia
del Estado, el olvido de la sociedad y la falta de trabajo de muchos
de los exmovilizados”, afirmó. Hace 27 años que vive en Catamarca y desde 2004
trabaja en el Hospital San Juan Bautista. - ¿Por qué eligió esta profesión?
¿Cómo fueron sus comienzos? - ¿Cómo ingresó a las Fuerzas Armadas? -Uno de mis tres hermanos varones trabajaba en la Marina,
y como el terremoto me dejó sin nada, me fui a vivir con él
a Punta Alta, provincia de Buenos Aires. - ¿Por qué difíciles? ¿Qué hizo cuando comenzó la Guerra? -Las cosas venían mal. Nos retaban por cualquier
cosa, y nos hacían preparar cosas que no eran normales hasta
que se supo que las Islas Malvinas iban a ser tomadas. - ¿Cómo se sentía? ¿Tuvo miedo? -Tenía mucho miedo, porque quedé sola
con mis dos hijos. El más grande, que tenía siete años,
quedaba al cuidado de su hermanito de un año porque yo tenía
que trabajar. Los dejaba con las ventanas tapadas y con una mochila
con pañales y leche, ya que cuando sonaba la sirena había
que salir al campo. - ¿Qué fue lo peor? - Lo más duro fue cuando empezaron a llegar
los combatientes heridos de las islas que eran transportados en helicópteros. - ¿Se siente discriminada? - Hasta hoy los no reconocidos seguimos luchando por
una pensión. Los ingleses fijaron una zona de exclusión
y entonces sólo los que estuvieron dentro tienen derecho a cobrar,
el resto no. - ¿Qué le dolió más? -Lo que más me duele es haber dejado a mis hijos
solos, y ahora nadie reconoce mi trabajo. Yo vivía encuartelada.
Y cuando fui a pedir la baja por mis hijos, el director del Hospital
me dijo: “Señora, usted no se puede ir porque le dará
la espalda al país, y nosotros tenemos una orden para esas personas”.
Y yo le pregunté cuál era la orden porque me iba a ir
igual. Y me hizo la seña de que me iban a matar. Qué iba
a hacer ante algo tan terrible. - ¿Por qué no pudo hablar de Malvinas durante tantos años? - Yo me guardé todo porque nadie tiene la culpa
de haber vivir toda esa situación. Los verdaderos héroes
son los que quedaron en Malvinas, yo sólo fui un instrumento
de Dios para aliviar un poquito el dolor de esos jóvenes que
ni sabían para qué los llevaban. Y no me arrepiento de
haberlos atendido. - ¿Viajaría alguna vez a las Islas Malvinas? -Claro, si tuviese la oportunidad, viajaría, ya que mi mejor amigo, Daniel Romero (Cabo Primero), oriundo de Cañada de Gómez (Santa Fe), quedó atrapado en el Crucero Belgrano. - ¿Hubo un antes y un después de Malvinas? - Yo había aceptado estar sin familia. Pero
después de la guerra me sentí peor porque me sentí
muy sola. Perdí muchos amigos y estaba como en medio del desierto
sin saber a dónde ir. La guerra me marcó mucho. - ¿Qué significa para usted esta profesión? -Ser enfermera es un don de Dios, porque se está
preparada para dar amor, comprensión, cuidados que otra persona
no puede. Dios me concede paz desde lo alto, y amo lo que hago. En Catamarca - Cuando llegué a esta provincia empecé
a hacer algunas guardias en sanatorios privados, y me tocó una
época difícil. Pero gracias a Dios y al Dr. Alejo Arias,
que era el secretario del ministro de Salud de ese entonces, logré
entrar al Hospital San Juan Bautista. Él se dio cuenta que yo
sufría y me dio una mano. - ¿Cómo fue el paso por Oncología? - Me lastimaba más el proceder de las personas
que no padecen cáncer, porque las personas enfermas son más
sanas de espíritu que el resto. - ¿Cómo le gustaría retirarse? - Quiero retirarme en paz con toda la gente, sabiendo que en algo he servido. Mi sueño es poder disfrutar más de mi familia, mi esposo, mis hijos y mis nietos. Todo lo que hice, hago y haré es por el Señor. Y mi gran anhelo como ciudadana de este país es que haya una juventud sana y se rescaten los valores perdidos. - ¿Qué le diría a los gobernantes? - Les suplicaría que no se olviden de los que servimos a nuestra Patria, y que cuidemos la democracia honesta y sanamente. Y a los argentinos les pediría más unidad. El único reconocimiento El pasado 2 de abril, al cumplirse un nuevo aniversario
de la Guerra de Malvinas, la gobernadora de Catamarca le hizo entrega
de un reconocimiento por su labor en el conflicto bélico de 1982.
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