A un periodista
que investiga la causa de la desaparición de López, se
le intentó pagar una coima para que deje de hacerlo. El gobierno
de kirchner no quiere que se investigue sobre Julio López...
Por Christian Sanz
-"Poné un número", dijo el supuesto abogado.
-"¿Cómo que ponga un número?", dije yo
con gran asombro.
-"Claro... decinos cuánta guita querés para terminarla
con el tema López", sonrió el personaje.
El insólito diálogo sucedió hace casi dos meses
en una confitería cercana a los Tribunales de la calle Talcahuano
de la Ciudad de Buenos Aires y giró en torno a las investigaciones
que Tribuna de periodistas viene realizando sobre la desaparición
de Jorge Julio López. Todo empezó una semana antes, cuando
sonó mi celular y una gruesa voz me interrogó: "¿El
Sr. Christian Sanz?".
Luego de la respuesta afirmativa de rigor, el extraño personaje
me invitó a encontrarnos en una confitería ubicada en
la intersección de las calles Uruguay y Tucumán, aduciendo
que tenía importante información para ofrecer sobre el
tema López.
Con la curiosidad a cuestas y, después de especular con lo que
podría suceder en el eventual encuentro, me dirigí al
lugar en cuestión. Por las dudas, llegué casi media hora
antes y me senté de frente a la puerta de entrada del lugar,
siguiendo los consejos al manual no escrito de "seguridad personal
del periodista". Luego de percibir ciertos movimientos raros, decidí
que era mejor no quedarme allí y regresé a mi casa. A
las dos horas recibí un nuevo llamado del personaje: "¡Me
dejó clavado, Sr. Sanz! ¿Qué clase de periodista
es usted?", dijo alterado.
"Mire, yo no lo conozco y sólo intento cuidar mi espalda.
Vi movimientos extraños y preferí partir de allí",
aseguré. La respuesta de mi interlocutor no me alivió
demasiado: "Ok, le prometo que la próxima vez voy a ir yo
solo, pero no me deje plantado".
Después de pedir las explicaciones del caso -que no me fueron
del todo evacuadas-, quedamos en juntarnos nuevamente en el mismo lugar
al día siguiente. Esta vez sería todo más tranquilo.
Es dable destacar que, aunque hubiera querido, mi curiosidad no permitiría
que no concurriera a esta nueva cita.
Los sospechosos de siempre
La segunda vez no suele ser la vencida, pero en este caso finalmente
pude concretar un encuentro que parecía esquivo y complicado.
Nuevamente llegué más temprano y esta vez me tomé
el recaudo de pedir a un colega -Carlos Forte- que estuviera vigilando
en alguna mesa cercana del bar. El personaje llegó puntual, mirando
desconfiadamente para todos lados y cargando una carpeta con papeles
que parecían desordenados.
"Encantado... Dr. Moreno", me dijo mientras estiraba su mano
para saludarme.
"Mucho gusto, soy Christian Sanz", dije casi automáticamente
y sin pensar. Era obvio que el personaje conocía quién
era yo, pues se había dirigido hacia mí sin vacilar. "¿Te
puedo tutear?", preguntó sin esperar respuesta de mi parte,
para luego disparar la famosa frase: "Poné un número".
Ipso facto, me explicó que había "personas
interesadas en que no siguiera avanzando" en la investigación
del tema López. El supuesto abogado no se había presentado
como vocero del Gobierno, pero era obvio que de allí provenía
el ofrecimiento. Generalmente, nadie suele presentarse como
"representante oficial" de quien quiere coimearnos, pero es
algo que se sobreentiende.
A esta altura vale aclarar un punto que tiene que ver más con
la fantasía de la gente que con la realidad cotidiana: no es
usual que al periodista le sea ofrecido dinero para detener alguna investigación.
En mis más de diez años de trabajo sólo tuve unos
tres o cuatro propuestas, las cuales fueron denunciadas oportunamente
por mí (1). Otra fantasía tiene que ver con la cantidad
de dinero que se ofrece al hombre de prensa, donde el imaginario popular
-seguramente nutrido por películas hollywodenses- imagina "gratificaciones"
que se miden en millones de dólares. Al menos en la Argentina,
las cifras más elevadas pueden llegar a rondar los $50.000.
En este caso puntual, parecía no haber techo para mis eventuales
pretensiones. El ofrecimiento de "poner un número"
a mi antojo parecía insinuar una cifra importante de dinero y
realmente encendía mi curiosidad. La única condición
era no publicar nada más sobre el tema López, lo cual
me dejaba en claro algo que ya sabía sobradamente: que estaba
en el camino correcto de investigación y que el Gobierno de Kirchner
estaba seriamente comprometido en la desaparición del albañil.
Debo admitir que me sorprendió sobremanera la propuesta y tardé
varios segundos en reaccionar. Cuando pude hacerlo, ametrallé
a preguntas al personaje: "¿De dónde proviene el
dinero que me ofrecen?" "¿Quién me lo está
ofreciendo puntualmente?" "¿Por qué?" "¿Quién
es realmente usted?". Todas las preguntas fueron respondidas sólo
por una sonrisa socarrona.
Esa mueca daba todo por sobreentendido, pero ¿estaba todo sobreentendido?
Para mí, no lo estaba en lo más mínimo.
Sea como fuere, le dije al personaje que no estaba interesado en la
propuesta. "No sólo rechazo el ofrecimiento, sino
que lo voy a denunciar en Tribuna", dije aún confundido.
"No te equivoqués, Sanz, te estás metiendo con gente
pesada", me dijo antes de partir. "¿Es una amenaza?",
pregunté indignado.
"No, es sólo un consejo de amigo", respondió
el personaje. Fue el fin de la conversación.
El que avisa, no es traidor
Desde hace meses, cuando comenzamos a investigar el caso López,
venimos ofreciendo evidencia no sólo a la familia del desaparecido
albañil, sino a los funcionarios del Juzgado Nº 3 de La
Plata que llevan adelante la causa judicial pertinente.
En lo personal, he pedido declarar en el expediente a efectos de aportar
mi propio testimonio y las pruebas que llevo colectadas a lo largo del
tiempo. Jamás he obtenido respuesta alguna por parte del juez
Arnaldo Corazza ni de sus auxiliares de la Justicia. Frente a tal panorama,
hace casi dos meses ofrecí nuevamente las pruebas colectadas
al fiscal de la causa, Sergio Franco (Ver documento al pie). Allí
le dije que contaba con "información que podría servir
a la causa que se instruye" y que estaba interesado en "poder
brindar detalles y pruebas de lo indagado" por mí. Jamás
me fue respondido el ofrecimiento, lo cual demostró nuevamente
el desinterés judicial para resolver el tema.
A dicha falta de interés se le suma el de los poderes Ejecutivo
y Legislativo vernáculos. Desde que comencé a colectar
pruebas he estado sentado frente a políticos de renombre de diversos
arcos políticos: desde la izquierda de Vilma Ripoll y Marcelo
Parrilli, hasta la derecha de Ricardo López Murphy, pasando por
el ARI a través de Eduardo Macaluse, jefe de la bancada de diputados
por ese partido (2). Todos ellos han mostrado completo desinterés
por el tema, algunos por temor y otros por motivos desconocidos por
mí.
La única legisladora que intentó hacer algo al respecto
ha sido Nora Guinzburg del PRO, quien sufrió el espaldarazo de
sus colegas en plena Cámara de Diputados (3).
Por si esto no fuera suficiente, tampoco a la familia de López
le interesa saber la verdad. Los ofrecimientos de evidencia
a Rubén López (hijo del desaparecido Julio) nunca han
sido respondidos por él. El mismo ofrecimiento le fue hecho a
su abogada, Myriam Bergman, a quien le dije sin rodeos: "Le escribo
por tercera vez para ofrecerle DESINTERESADAMENTE información
sobre lo sucedido con Jorge Julio López".
La respuesta -cuyo documento se reproduce debajo de este artículo-
es realmente disparatada: "Sr. Sanz, sería muy útil
que se presente al Dr. Corazza y declare todo lo que sabe". Teniendo
en cuenta el "ninguneo" que hace la Justicia frente a mi ofrecimiento
de evidencia, es un consejo estúpido. Al mismo tiempo, me genera
algunas dudas:
Más allá de que declare o no judicialmente, ¿no
le interesan a la letrada las pruebas que tengo en mi poder? ¿No
hay un atisbo de curiosidad, acaso, por ver qué evidencias poseo?
Por otro lado, si quiere que declare ¿Por qué no solicita
ella misma mi testimonio al juzgado pertinente? Es obvio que obtendrá
más resultados que yo.
Preguntas sin respuesta.
Concluyendo
Lo sucedido en los últimos meses es realmente grave. No sólo
el ofrecimiento de dinero que he vivido en carne propia, sino el desinterés
oficial por esclarecer este tema. Recordemos que la hipótesis
manejada por Tribuna de periodistas vincula al Gobierno nacional con
la desaparición de López y es algo escandaloso. A las
sospechas se suman cada vez más evidencias, las cuales se siguen
ofreciendo una y otra vez tanto a la Justicia como a la familia y abogados
del evaporado albañil.
Pronto se cumplirá un año de la mencionada desaparición
y seguramente habrá marchas y pedidos de aparición con
vida del testigo. Muchos se rasgarán las vestiduras una vez más
y gritarán desaforadamente contra los viejos monstruos del pasado.
Seguramente lo harán desconociendo que esos monstruos no pertenecen
al pasado, sino al más actual y oscuro presente.
Christian Sanz
(1) Uno de esos ofrecimientos y posterior "escrache" puede
leerse en:
http://www.periodicotribuna.com.ar/Articulo.asp?Articulo=1508
(2) Esta semana estuve reunido con Esteban Bullrich de Compromiso para
el cambio. Fue mi último intento por hacer algo al respecto desde
la política.
(3) Ver http://www.periodicotribuna.com.ar/Articulo.asp?Articulo=2817
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