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Fuente: Reuters
04/02/08

 

Reino Unido consideró abandonar la Antártida  
Reino Unido consideró cerrar sus bases en la Antártida a mediados de la década de 1950, debido a sus altos costos de mantención y los agresivos reclamos de territorialidad de Chile y Argentina, según documentos secretos conocidos cuando en Gran Bretaña era lunes.

Las revelaciones de documentos desclasificados por el Archivo Nacional se producen en momentos en que Gran Bretaña y otras naciones analizan extender sus reclamos sobre el fondo marino que rodea a la Antártida en mayo del 2009.

Se estima que el subsuelo del fondo marino del vasto continente helado es rico en recursos minerales y los científicos temen que las ambiciones por un pedazo del fondo marino desate fricciones entre naciones, las que ya fueron vistas a mediados del siglo pasado.

Los documentos fueron liberados bajo una norma que conserva algunos datos gubernamentales sensibles bajo llave por 50 años por razones de seguridad nacional.

"Es posible que el secretario de Relaciones Exteriores pueda recomendar a sus colegas de gabinete que el Reino Unido debiera retirarse de las Dependencias de Islas Malvinas," se lee en un documento de marzo de 1957 al Lord Presidente.

La península antártica -el sector que Gran Bretaña reclama como propio en el continente más frío del mundo y del que también se apropian Argentina y Chile- era formalmente conocido como Dependencias de las Islas Malvinas.

La interrogante fue analizada por el Gobierno británico el 14 de marzo de 1957 y rechazada.

"La conclusión alcanzada fue que sería poco sólido considerar hacer cualquier cambio en el estatus del sector del Reino Unido," dijo otra nota.

Reino Unido quería mantener su influencia en la Antártida, pero evitar los costos, luego de que Estados Unidos y la Unión Soviética incrementaran sus actividades en el área, y enfrentaran disputas territoriales con Argentina y Chile.

El informe dijo que Gran Bretaña estaba gastando 160.000 libras esterlinas al año por mantener sus 10 bases antárticas y necesitaba un buque rompehielos que habría costado entre 3 y 4 millones de libras, para mantener el ritmo de las actividades de su principal rival, Argentina.

Sin embargo, al sospechar que la región pudiese tener una vasta riqueza mineral, los británicos también quisieron proteger los beneficios económicos que podría representar ese territorio.

"Como un estado industrial, no podemos darnos el lujo de ser indiferentes a la existencia de una posible reserva de nuevos minerales vitales," dice el documento.

El plan B británico fue proponer dejar todo el continente helado bajo alguna forma de control internacional.

Esto se convirtió dos años después en el Tratado Antártico de 1959, que prohibió toda explotación de petróleo, gas y minerales que no fueran para estudios científicos.

Argentina, Australia, Chile, Francia, Gran Bretaña, Nueva Zelandia y Noruega -todos cercanos a la Antártica o con vínculos históricos- hicieron reclamos antes de que el tratado comenzara a regir. Moscú y Washington no hicieron reclamos, pero se reservaron el derecho de hacerlo.

(Editado en español por Ignacio Badal)

 

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