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05/08/08

 

Kirchner, el campo y Rockefeller  
Ya se ha dado a conocer el doble discurso del presidente de facto Néstor Kirchner, quien en la campaña electoral del 2002 criticaba las retenciones a la exportación, en la localidad de Las Parejas (Santa Fe). El periodista Alfredo Leuco ha publicado una trascripción exacta de sus palabras, que se contradicen en forma absoluta con lo que afirma hoy en día, poniendo de relieve la catadura moral del kirchnerismo: es válido lo que éste hace, pero es condenable si otro hace lo mismo.

Lo grave de esta hipocresía bipolar es que no sólo fueron declaraciones pronunciadas en el fragor de un discurso electoral, sino que esa condena constituye la plataforma electoral del proyecto kirchnerista, tal como se puede apreciar en la página 100 del documento, dentro del capítulo «Sector agropecuario».

1. En este ítem, el entonces candidato efectuó una alabanza de la política agropecuaria de las décadas 80 y 90, a las que ahora tanto condena. Comienza afirmando que «el campo argentino tuvo dos grandes etapas», una es la de finales del siglo XIX y principios del XX, «cuando el campo pasó a ser el eje del crecimiento de nuestro país», y la otra, a la que denomina «segunda gran revolución», es «la que se inicia en la década del 80 y se consolida en los 90» (es decir, en materia agropecuaria, para el sr. Néstor Kirchner la década de los 90 significó una "revolución").

2. Para el “gran conductor transversal travestido en PJ”, esta segunda gran revolución «coincidió con la estabilidad económica que logró el país, y que necesariamente incorporó la eficiencia y la planificación como herramientas claves de la producción» (pp. 96-97).

3. Su apología y valoración positiva de la década del 90 no le impide afirmar que el modelo agropecuario presentaba una gran contradicción: por un lado, «un sector más competitivo donde la concentración económica fue la gran protagonista», y por otro lado «miles de pequeños y medianos productores de todo el país, empobrecidos y saliendo del sector como nunca antes había ocurrido» (ibidem).

4. Luego de reconocer que el complejo agroindustrial tiene una importancia relevante en la economía argentina, ya que «participa del 37,5% del PBI», «genera anualmente cerca de 13 mil millones de dólares de exportaciones (49% del total de las exportaciones nacionales)» y genera empleo directo e indirecto para «más de dos millones de personas» (lo cual representa el 30,2% de la población activa ocupada), el “gran estratega santacruceño” proponía diseñar una refundación del país, «que en la búsqueda de un nuevo sentido federal de nación intente equilibrar su territorio, impedir el éxodo del interior y desarrollar definitivamente las economías regionales» (p. 98).

5. A tal fin, ha propuesto en la plataforma electoral la nueva etapa agropecuaria, la cual debía contemplar «la recuperación del mercado interno, un adecuado proceso de sustitución de importaciones, la incorporación de valor agregado y el incremento sostenido de las exportaciones, pero sustentadas en las Pymes organizadas y articuladas desde una posición de poder de negociación con la gran empresa, como único mecanismo posible para sustentar el desarrollo equitativo de nuestro país».

Para alcanzar este objetivo, el «neo-general» NK proponía la refinanciación de los pasivos, el financiamiento para la producción, un Estado eficiente y protector, promover la productividad, fomentar las exportaciones, facilitar el acceso a los mercados, apoyar y consolidar el Sistema Científico Tecnológico, nueva relación con el mundo, aseguramiento de calidad, integración del sistema alimentario, etc. (pp. 99-103).

6. En el item específico que habla de fomentar las exportaciones (p. 100), el entonces candidato sostenía que «una vez alcanzado el equilibrio fiscal y en la medida de las posibilidades presupuestarias», la gestión pingüino-santacruceña iba a «comenzar un proceso de eliminación de las retenciones a la exportación», lo cual implicaba, entre otras cosas, «simplificar y desburocratizar la operatoria de comercio exterior, para facilitar las posibilidades de acceso a los mercados externos del universo de empresas sectoriales».

En consecuencia, no se entiende por qué no sólo se mantuvo el régimen de retenciones a la exportación agropecuaria, si el objetivo era eliminarlo, dado que el matrimonio reinante no sólo se ha ufanado de haber logrado año tras año un gran superavit fiscal y comercial, sino que ha embolsado casi 17 mil millones de dólares de recursos extra-presupuestarios, sin rendir cuenta a nadie.

¿Por qué el kirchnerismo “gobernante” no sólo no ha desmontado este sistema, sino que además lo ha tratado de remachar e imponer a rajatabla, para llevar al país a una crisis de tal magnitud y de consecuencias todavía impredecibles? La excusa utilizada es, en el fondo una burla. El mismo presidente de facto ha sostenido que «si no se aplicaran las retenciones móviles [a la soja], el kilo de pan se vendería a 15 pesos o el kilo de carne a 60 pesos». Pero lo que el gran “revolucionario pejotista” no explica es por qué la retención del 45% aplicada al precio de la soja impide que se triplique el precio de venta del pan o se cuadruplique el precio de venta de la carne vacuna. ¿Qué tiene que ver una cosa con otra, si la soja exportada no sólo no se consume en nuestro país, sino que además no es apta para el consumo humano?

Por otra parte, en forma oficial la consorte-presidente ha sostenido y decretado que el 10% del aumento en las retenciones a la exportación de soja [Decreto 904/2008 del Programa de Redistribución Social] se han de aplicar a la construcción de 30 hospitales, 300 centros de salud, viviendas populares y caminos rurales. Lo que la consorte-presidente no ha explicado, ni tampoco lo hacen sus loritos repetidores, es por qué la construcción de hospitales, centros de salud, viviendas y caminos impide que aumente el precio de los alimentos. ¿Es que los argentinos nos alimentamos con cemento, con arena, varillas de hierro, cal, etc.? En todo caso, esto sí constituye una redistribución del ingreso, pero para las empresas constructoras asociadas a la obra pública.

La clave que permite explicar el por qué del doble discurso de la “política” agropecuaria kirchnerista, al igual que en otros rubros como la pesca, la minería o el petróleo, no está en la psicología, sino en la decisión política adoptada por esta monarquía bicéfala santacruceña-pingüinera de someterse políticamente a la corporación Rockefeller, a través de la Comisión Trilateral y del Consejo de las Américas, y mantener la matriz económica del Proceso de Reorganización Nacional (diseñada, planificada e implementada por el mencionado poder financiero-industrial transnacional), al decidir políticas públicas en base a reformas procedimentales en el Código Aduanero (del Proceso de Reorganización Nacional), al mantener la Ley de Entidades Financieras de 1977 implantada por José A. Martínez de Hoz, al mantener la exención a la renta financiera (decretada por Domingo Felipe Cavallo en 1992), al permitir la reprivatización de YPF como empresa australiana, al permitir la exacción minera de nuestro país (en forma prácticamente gratuita), al entregarle a la corporación bancaria Morgan Chase Corp. –de la banca Morgan-Rockefeller, dueña de British Petroleum Co.- la explotación prácticamente a perpetuidad del mayor yacimiento petrolífero de nuestro país (Cerro Dragón, en Chubut) y de varios yacimientos petroleros en Santa Cruz, con el mismo modus operandi[1].

Esta sumisión al imperialismo internacional del dinero fue “rubricado” el 24 de julio de 2003, en ocasión de la visita del recién asumido presidente Kirchner a la sede del Council of Americas, tal como lo informó en su oportunidad el diario La Nación[2].

Que este encuentro constituyó en la práctica la sumisión de la economía argentina al Council of Americas lo prueba el hecho, que no puede reputarse como casual, de la preponderancia que llegaron a obtener distintas corporaciones privadas norteamericanas y canadienses, junto con algunas corporaciones y organismos “nacionales”, todas ellas socias del mencionado Council.

1. Entre las firmas americanas socias, con importante presencia en nuestra economía, se encuentran American International Group Inc, Barrick Gold Corporation (emprendimientos mineros), Bridas Corporation, Chevron Corporation[3], Citigroup, The Coca-Cola Company, Merck & Co. Inc., MetLife Inc., New York Life International LLC, Novartis International AG, Occidental Petroleum Corporation[4], DirectTV Latin America LLC, Exxon Mobil Corporation, Fintech Advisory, Global Crossing (dueña de IMPSA, empresa a la que los Kirchner han llevado a hacer negocios a Venezuela y Ecuador), HSBC Bank USA, Telefónica Internacional SA[5], IBM Corporation, Visa Internacional, Wal-Mart Stores Inc., Western Union Financial Services Inc, Johnson & Johnson, McDonald Corporation, etc.

a) Hay tres firmas americanas representantes del rubro agrícola, que a su vez controlan el negocio agro-exportador cerealero de nuestro país: Cargill Inc, Bunge Limited y Archer Daniels Midland Company (ADM)[6].

b) Dos de los tres bancos extranjeros que administraron el último canje de la deuda pública “externa” y eterna argentina, en febrero de 2005, son socios del Council: la Unión de Bancos Suizos y el Merril Lynch (el tercero es el británico Barclay´s Bank).

2. Entre las firmas argentinas socias del Council, casualmente las que más crecimiento económico han tenido en los últimos años, se cuentan Aeropuertos Argentina 2000 (propiedad de Corporación América S.A.), Banco Macro-Bansud, Banco Mercantil (grupo Werthein), Grupo Infobae SA, IRSA Inversiones y Representaciones SA.

3. Lo más llamativo, revelador del carácter lacayo y neo-colonialista del kirchnerismo, es que el BANCO DE LA NACIÓN ARGENTINA es socio activo del Council of Americas, es decir, participa de la estrategia del libre comercio y de promoción de la iniciativa privada norteamericana, al servicio de la corporación Rockefeller[7].

Quizás con estos datos se torna más claro por qué la monarquía bicéfala patagónica ha decidido librar una guerra a muerte contra lo que denomina la “oligarquía agropecuaria”, para discutir la apropiación de dos mil cien millones de dólares de la renta sojera, pero deja de lado la apropiación de la renta petrolera y gasífera (30-35 mil millones de dólares), la renta minera (10-15 mil millones de dólares), la renta pesquera y la renta del juego adictivo. ¿Será que en estos casos tendría que enfrentarse al verdadero poder mundial, y sus otroras ínfulas “revolucionarias”, encubiertas por la militancia usuraria, no sólo se han aburguesado sino que han devenido en cobardía o amaneramiento pseudo-democráticos?

 

[1] Ejemplo paradigmático de la evolución ideológica de los superstites “revolucionarios setentistas”: de la patria socialista a lacayos del clan Rockefeller-Morgan y de la oligarquía plutocrática angloamericana.

[2] La Nación, «El viaje a los Estados Unidos: el Presidente con empresarios norteamericanos», 25 de julio de 2003, en http://www.lanacion.com.ar/archivo/nota.asp?nota_id=513981

[3] También propiedad de la familia Rockefeller, y dueña de Chevron San Jorge S.R.L.,

[4] Empresa a la que se le entregó en concesión el segundo yacimiento petrolífero de nuestro país, en agosto-setiembre de 2006, previo al tercer viaje-visita del presidente Kirchner al Council of Americas. Se trata de una petrolera presente en varios países hermanos de Hispanoamérica, con fuertes denuncias de contaminación (Ecuador, Colombia, etc.).

[5] Otro caso de empresa «española», pero que en realidad es propiedad de la corporación Rockefeller. Llamativamente, hay directivos de Telefónica en el directorio de Repsol SA, lo cual permite suponer que el clan oligarca de Ohio también es dueña de la petrolera “española”, al igual que del Grupo Santander, también socio del Council of Americas. Según Walter Graziano, en Hitler ganó la guerra, pp. 42-43, el grupo Rockefeller adquirió una cantidad importante de acciones de Repsol en 1997.

[6] Que el conflicto por las retenciones móviles haya sido planteado por el gobierno como una “cuestión de Estado” y como un “ataque a la democracia y a su institucionalidad” permite sospechar que se trata de toda una puesta en escena para encubrir el beneficio directo que reciben estas multinacionales agro-exportadoras (retrotraer el precio de compra de la soja a los valores de noviembre de 2007) y el beneficio indirecto de convertir en inviable el negocio agrícola para los pequeños y medianos productores, al revés de lo planteado en la plataforma electoral vigente del año 2003, para poder manejar así el conjunto del negocio agrícola exportador y el incipiente negocio de los bio-combustibles.

[7] Todos estos datos pueden obtenerse de la página web del Council of Americas, en http://www.counciloftheamericas.org/coa/membernetwork/members1.html

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