A principios de 1990, los
argentinos en general, celebraban el fin de una de las crisis económicas
más severas desde el rodrigazo. Celebraban también, la
“estabilidad democrática”, tras la profunda crisis
del gobierno de Alfonsín, que debió entregar el mando
a su sucesor, antes de tiempo...
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La globalización, una realidad mundial,
nos trajo a los argentinos empresas multinacionales interesadas
en explotar nuestros recursos. La minería, la pesca, el petróleo,
el agua, la energía, el transporte... todo en manos de empresarios
amigos del poder y sin escrúpulos, ya no importa el color
de la bandera que las controla. El único interés,
es el dinero y el poder...
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En este contexto de “saqueo”
(de recursos y de voluntades honestas), y desinterés total
de sus gobernantes en los ciudadanos que conforman el pueblo, no
hay lugar para las Fuerzas Armadas...
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Todo ello nos trajo la globalización,
y eso intentaron advertirnos en diciembre de 1990, aquellos hombres
catalogados de “golpistas”...
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La Argentina de 2013, socialmente hablando,
no sabe hacia donde se dirige. Encontramos en ella dos facciones
incipientes, que comienzan a ser severamente antagónicas
entre sí...
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Ambos, como títeres, manejados por
el poder mundial, que no le importa quien triunfe, pues de todas
formas ganará...
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El poder mundial, alienta y aguarda el caos
civil en Argentina, para dividirla en republiquetas...
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