15/12/2009 |
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La minería: excelente negocio, pero ¿para quién? | ||||||
Mina a cielo abierto en la Alumbrera, que alcanzará 500 metros de profundidad. Según la secretaría nacional del rubro las empresas mineras han "invertido" en el país en el último lustro unos 40.000 millones de dólares y dado trabajo a unas 256.000 personas. Supongamos que es así y analicemos, sobre esta base y los datos que enseguida se darán, el beneficio que la actividad reportará al país en disponibilidad de productos de la minería, creación de puestos de trabajo, actividad económica, efectos sobre el medio ambiente y las poblaciones. El producto minero más extraído hoy en el país es el oro, que en los últimos tiempos ha vuelto a convertirse en medio de ahorro y especulación financiera, con un espectacular aumento de precios que lo ha llevado por encima de los 1.100 dólares cada onza (aproximadamente 31 gramos). Se estima (las empresas no dan estas informaciones, ya que hasta los contratos de concesión son secretos) que el costo de extracción sería la mitad de eso. También se extrae cobre, plata, molibdeno y otros metales, pero no se sabe exactamente cuáles ni en qué cantidad, porque las regalías que se pagan por su extracción del país se basan sólo en las declaraciones juradas de las empresas. Estos minerales son recursos no renovables, muchos de ellos insumos críticos para procesos industriales que algún día deberían hacerse en el país. La explotación del Bajo de la Alumbrera, por ejemplo, no hace ningún procesamiento de los minerales más allá del mero aumento de su concentración. El proyecto original, abandonado por razones no hechas públicas, contemplaba la construcción en Catamarca de refinadoras de cobre, oro y molibdeno así como de fábricas de ácido sulfúrico y pelets de hierro, multiplicando valor agregado para el país y puestos de trabajo que podían ser permanentes (Aluar fabrica aluminio en el país con minerales importados). Tal vez los minerales no queden, ¿pero no dan trabajo en zonas donde es muy escaso? El problema es que no dan trabajo estable; el yacimiento del Bajo de la Alumbrera, la primera y mayor explotación a cielo abierto del país, tendrá una duración máxima de 20 años, hasta el 2017. Cuando se agoten los yacimientos hoy en explotación sus 256.000 trabajadores deberán buscarse otras ocupaciones igualmente rentables. ¿Cuáles son? ¿Se está avanzando en la creación de los nuevos puestos de trabajo, en los sistemas de recapacitación y relocalización de los trabajadores? Ojalá algún lector me desmienta, pero según mi conocimiento no se está haciendo nada. Sin embargo, quizás no se deba ser tan negativo porque con lo que el Estado recauda de las mineras seguramente se puede hacer eso y mucho más. ¿Es así? Durante la década del despojo menemista se hicieron importantes inversiones estatales en el relevamiento de las riquezas minerales del país y en las reformas legales necesarias para promover su acelerada extracción. Lo mismo sucedía en otras partes del mundo ya que, como señaló el entonces vicepresidente del Banco Mundial Lawrence Summers, había que trasladar las actividades tóxicas a los países de bajos salarios. En el marco de la filantrópica legislación así implementada en beneficio de las grandes empresas extranjeras, el presidente Néstor Kirchner lanzó el Plan Minero 2003, hoy en plena vigencia y expansión. Los "inversores" mineros pueden comprar en el exterior todos los bienes que requiera su tarea e ingresarlos al país sin recargos aduaneros ni pagos de IVA (si se compra un libro afuera, hay que pagar 21% más). Pueden transferir libremente al exterior todas sus ganancias sin pagar nada. Están exentos de los impuestos internos, de sellos, a los cheques y a las cuentas corrientes. Durante los primeros 5 años de operación están exentos de todos los gravámenes nacionales, provinciales y municipales. Pagan el canon minero provincial y una regalía que no puede exceder el 3% del valor -que ellos mismos declaran- en "boca de mina", del que pueden además descontar gastos. Por si fuera poco, estos beneficios no pueden ser disminuidos durante 30 años. Usan combustible y energía eléctrica subsidiados en enormes cantidades (Minera Alumbrera consume tanta electricidad como las ciudades de Neuquén y Bariloche sumadas, 300.000 habitantes). El Estado nacional (todos nosotros) construyó además una costosa línea especial de alta tensión, la Línea Minera, especialmente para darles esta energía. Si embarcan los minerales o sus refinados por puertos patagónicos son premiados con el reembolso de sus costos de fletes y seguros. En el caso de Pascua Lama, los inversores chilenos recibirán parecidos beneficios. Nadie parece haber hecho la cuenta completa, pero tengo la terrible sensación de que, en vez de recibir algo por minerales irreemplazables, les estamos pagando para que se los lleven, como si fueran improcesables residuos peligrosos. Sin embargo, aquí no termina la historia pues cuando se vayan quedarán cuentas más importantes sin saldar. Las actividades mineras se hacen en la históricamente postergada región andina (su parte norte fue la más próspera del territorio hasta la llegada de los conquistadores castellanos), en ecosistemas áridos y frágiles donde están las fuentes de todas las aguas del territorio nacional con la única excepción del Litoral. Minera Alumbrera se apropió de la totalidad de las aguas de un río (90 millones de litros diarios) para hacer la concentración de sus minerales. Embalsó para ello sus orígenes y concentró los desechos líquidos en otro embalse (el "dique de colas") que tiene hoy unas 600 hectáreas y unos 9 billones de litros de agua ácida contaminada con metales pesados. Transporta sus minerales por 247 km en suspensión acuosa -mineraloducto que ha tenido múltiples derrames- a una planta de separación en territorio tucumano que arroja sus desechos a un canal que va a parar al embalse de Río Hondo, donde están las termas. Hubo múltiples denuncias de los pobladores de todas esas regiones, pero la empresa declara repetidamente que respeta las normas y que todo está bien. Los escasos controles estatales de contaminación hechos con previo aviso nunca encuentran nada, pero hay numerosos estudios privados sorpresivos que confirman la gravedad del problema. La mina sanjuanina de Veladero (provincia gobernada por José Luis Gioja, quien como diputado nacional y empresario del rubro fue un activo impulsor de las leyes mineras de Menem) es una explotación de oro con cianuro hecha por la Barrick Gold, muy cercana a la inminente de Pascua Lama también de su "propiedad". Ambas minas están dentro de la reserva natural provincial San Guillermo, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco por su riqueza en animales como vicuñas y guanacos así como yacimientos arqueológicos de las más avanzadas culturas precolombinas del hoy territorio argentino. Lindan también con grandes glaciares cuya ley de protección fue casualmente vetada por la presidenta Cristina Fernández. En Santa Cruz han quedado dentro de una zona de explotación minera -y su acceso ha sido restringido- las pinturas rupestres más antiguas del país, las del río Pinturas. Las explotaciones son usualmente a cielo abierto con explosivos que dispersan material a muchos kilómetros de distancia y alejan a los animales por centenares por kilómetros. Las mineras compran la buena voluntad de los dispersos y postergados pobladores andinos por ínfimos porcentajes de sus ganancias, haciendo escuelitas, centros sanitarios, fomentando pequeños emprendimientos productivos como cultivo de cebollas, recolección de nueces y otras actividades artesanales que, aunque de ínfima cuantía, les hacen atisbar un anhelado horizonte de progreso. Cuando las mineras se vayan -hay alrededor de 400 proyectos de distinta magnitud en proceso de aprobación en la Secretaría de Minería de la Nación, todos de pocas décadas de duración- dejarán tras de sí una catástrofe ambiental-cultural de una magnitud sin antecedentes en el país. El problema es amplio y con facetas muy variadas, algunas de las cuales sólo pueden ser responsablemente abordadas por profesionales especializados. A ellos quiero dirigirme aquí, en particular a los de la Universidad Nacional de Tucumán, a la que le corresponde el 20% de los derechos de explotación del yacimiento del Bajo de la Alumbrera. El pasado 8 de diciembre, tras varios meses de dilaciones, se reunió su Consejo Superior para analizar las denuncias sobre Minera Alumbrera, su concesionaria. Hubo amplias exposiciones sobre el tema, la más detallada y mejor fundada de las ellas fue la del Premio Nobel Alternativo Raúl Montenegro, presidente de Funam, fundación consultora del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas. Era la ansiada oportunidad del gran debate nacional sobre la minería a cielo abierto, donde los que saben y son parte de las decisiones disiparían nuestra ignorancia ayudándonos a corregir nuestros errores. Los integrantes del Consejo Superior no estaban bien informados de los problemas, no se expresaron al respecto y giraron el tema a comisión, manida técnica para "lavarse las manos". Los grandes medios nacionales de comunicación, cuyos artículos casi invariablemente abogan a favor de las mineras extranjeras, estuvieron completamente ausentes. CARLOS E. SOLIVÉREZ (*) (*) Doctor en Física y diplomado en Ciencias Sociales. http://soliverez.
com.ar/cyt-ar/, donde pueden consultarse todas las fuentes de este trabajo. |
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