02/06/2009 |
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Agua, minería y otras traiciones a la Patria | |||||
Por Roberto Maturana. Del mismo modo que el petróleo ha pasado a ser el «oro negro» del siglo XX, el agua está destinada a convertirse en el «oro azul» del siglo XXI. El agua que disfrutamos día tras día, se convierte en un recurso cada vez más escaso y lucrativo. En menos de un cuarto de siglo se calcula que dos tercios de la población mundial no tendrá acceso adecuado a los suministros de agua dulce. Nuestro continente disfruta de gran abundancia de agua dulce. Tenemos cuatro de los 25 ríos más caudalosos del mundo: Amazonas, nuestro Paraná, Orinoco y Magdalena. Además de alguno de los lagos más grandes del mundo, entre ellos el Buenos Aires que compartimos con Chile, y una cordillera plagada de valles glaciarios y fluviales. Quienes vivimos en estas generosas tierras, deberíamos tener las asignaciones de agua dulce per cápita más elevadas del mundo. Por otro lado, sufrimos una sequía tan acuciante que aproximadamente
el 25% del territorio del continente se considera árido o semiárido.
En este porcentaje no solo se calculan los desiertos naturales sino
amplias zonas convertidas en áridas por el desmanejo de los recursos
por parte de los gobiernos, y como ejemplo latinoamericano nuestro país
luce con el Noreste argentino. Para completar el panorama desalentador,
las aguas dulces de nuestro territorio, sufren contaminación
constante porque se convierten en vertederos de desagües de minas,
depósitos industriales y aguas residuales de ciudades sin ningún
tipo de tratamiento. Cristina veto ley de glaciares para repartirse más "patria" La Argentina, sin tutela constitucional alguna sobre el agua y sin
frenos morales ni éticos, entrega el agua de todas las formas
posibles. El 22 de octubre de 2008 el Congreso de la Nación sancionó
la Ley Nº 26.418 de Protección de Glaciares y Ambiente Periglacial.
El lunes 10 de noviembre del mismo año, la Presidencia de la
Nación a través del decreto Nº 1837/08 vetó
esta ley con “argumentos inconsistentes”, que reflejaban
un profundo desconocimiento de la importancia de la protección
de nuestros glaciares como fuente estratégica de agua potable
para el sostenimiento de la vida y del desarrollo de nuestra comunidad. El emprendimiento minero Amos Andrés se encuentra enclavado en una zona plagada de cuencas glaciarias que pasan rápidamente a valles fluviales de fuerte pendiente. Ya está aprobado y soslayado a la espera de trasponer las selecciones nacionales por el impacto mediático que el mismo provocaría en la opinión pública. Se adjunto al final de este artículo el informe de impacto ambiental de Amos Andrés para que los ciudadanos al menos accedamos a lo que por ley es obligatorio comunicar por parte del Estado, ya que la ley 25.675 —General del Ambiente— obliga a fomentar la participación social en los procesos de toma de decisión y asegurar el libre acceso de la población a la información ambiental. La realidad de las explotaciones mineras argentinas se realiza con dinamita y químicos a cielo abierto y en las que se utilizan cantidades de aguas puras que se vuelven toxicas y se drenan en su cauce natural sin tratamiento. De cara al bicentenario, la gesta de ser patria en 25 de mayo de 1810, encuentra a nuestros presidentes K y sus funcionarios —como antaño a los colonialistas— esforzados en vender la Nación Argentina. La Argentina entrega el acuífero y el Banco Mundial busca monopolizar el agua El consumo mundial de agua se está duplicando cada 20 años,
más del doble de la tasa de crecimiento mundial de la población.
De acuerdo con las Naciones Unidas, más de mil millones de personas
carecen ya de acceso al agua potable. Si esta tendencia continúa,
para el año 2025 la demanda de agua potable se espera que aumente
un 56 por ciento más que la cantidad de agua de la cual se dispone
actualmente. Las corporaciones multinacionales reconocen estas tendencias,
y están tratando de monopolizar el suministro de agua en todo
el mundo. Monsanto, Bechtel y otras grandes firmas mundiales, están
buscando controlar los sistemas de agua y su abastecimiento. Las reservas de agua de nuestro país ya se encuentran en manos privadas, ajenas a nuestras necesidades. Sin control ni ley que pueda frenar la entrega de décadas, y con administraciones capaces de vetar cualquier intento de reglar el dominio de las aguas. La Argentina vende agua del Río Paraná La empresa Makhena, radicada en la Argentina y en Miami, es la autorizada
a exportar agua del Río Paraná. Según informes
del sector privado, Makhena ya efectuó este tipo de negocios
de 1983. La empresa admitió que un buque cisterna despachado
con 7.000 toneladas de agua tendría hoy un costo cercano a US$
2 millones. Sin control sobre nuestra cuenca fluvial: las bajas del Paraná y del Iguazú Brasil tiene más agua que ningún otro país, pues
dispone de la quinta parte de los recursos de agua del planeta, dato
que no le resulta desapercibido a su gobierno, ya que desarrolla un
política clara en la construcción de represas unilateralmente,
o a través de la firma de tratados binacionales en su mayoría,
que le permite manejar el caudal de agua de todos los ríos que
dependen de su cuenca. “Cada vez que en Brasil abren o cierran las compuertas, baja o sube el nivel del agua en las cataratas, y eso afecta la biodiversidad en las costas que requieren de un ambiente húmedo constante”, dijo el responsable del Parque Nacional Iguazú hace semanas, Daniel Costras. Según Costras, la abundancia o baja de agua en los saltos estuvo históricamente relacionada con el régimen de lluvias. Pero entonces los períodos estaban bien delimitados. En octubre, caían 2.500 metros cúbicos de agua por segundo, y en abril se pasaba a unos 1.320 metros cúbicos por segundo. Ahora los cambios son bruscos, advirtió. “En un día, el agua puede subir o bajar medio metro en la costa”, ejemplificó, y se explica por el manejo de los recursos del otro lado de la frontera. La realidad es que no existe tratado que regule la construcción de obras sobre los río y que no se puede impedir a Brasil que construya una nueva represa en su territorio, en el estado actual de negociación interregional tan publicitada por el gobierno. Cada vez que viene Lula se firman acuerdos que nunca sabemos en qué nos benefician. Nuestros gobernantes están ocupados sólo en la entrega, jamás en una política que preserve nuestros recursos aunados en un proyecto de país que —ex profeso para los presidentes K— no existe. La Fundación Proteger, hace tiempo advierte públicamente
sobre la necesidad de un “enfoque ecosistémico” de
las cuencas, que necesita consenso de los países. “El manejo
del agua en cuencas compartidas es uno de los grandes desafíos
de nuestro siglo”, en palabras de Jorge Cappato de la entidad. En su opinión, debería existir un plan de manejo regional para evitar impactos económicos y sociales ulteriores tanto en el Iguazú como en el Paraná y en el Uruguay, que conforman la vasta Cuenca del Río de la Plata. La Fundación alerta como siempre a nuestro gobierno sobre la pronunciada bajante del caudaloso Paraná, a raíz de la actividad de los embalses de las centrales hidroeléctricas Yacyretá, argentino-paraguaya, e Itaipú, brasileño-paraguaya. La altura media del Paraná en la nororiental provincia de Corrientes, que era de 4,05 metros en 2007, bajó a 3,38 metros en 2008 y a 2,54 metros en enero de este año. La escasez de lluvias es el factor desencadenante, pero las represas agudizan el problema al acaparar agua para generar electricidad. Igualmente delicado es el equilibrio del río Uruguay que, con casi 25 represas en su curso, varias de ellas binacionales, va camino de convertirse en una cadena de estanques aislados, con impactos en la pesca, los humedales, la calidad y cantidad de agua y la biodiversidad regional, advirtió Cappato. El desinterés del gobierno sobre la vida de los ribereños y su subsistencia “Es precisamente en períodos de escasez de agua cuando las grandes represas retienen en sus embalses buena parte del caudal del río con el objeto de asegurar su generación, en desmedro de las poblaciones ribereñas que viven aguas abajo y cuya economía, alimentación y subsistencia dependen en gran medida del buen estado de las pesquerías del Paraná”, especifica la Fundación Proteger en una misiva enviada hace poco más de un mes, al canciller argentino, licenciado Jorge Taiana, solicitando información sobre el manejo de los caudales de agua del río Paraná que realizan las grandes represas binacionales Yacyretá e Itaipú, sobre los criterios que se utilizan para hacerlo, sobre si éstas disponen de manuales de operación que incluyan contemplar las necesidades de niveles hidrométricos mínimos para los ciclos de migración, reproducción y alimentación de los peces del Paraná, tendiente a recuperar las disminuidas poblaciones de los mismos. El pedido de información se da en el marco del Día Mundial de Acción sobre las Grandes Represas, fijado el 14 de marzo de 1997 en Curitiba, Brasil, al culminar el “Primer Encuentro Internacional de Pueblos Afectados por las Represas”. Cada año, desde entonces, organizaciones de todo el mundo —principalmente de comunidades damnificadas por estas grandes obras— realizan actividades y reclamos en simultáneo para esta fecha. En las últimas semanas, pescadores del norte de Santa Fe y de las provincias de Chaco y Corrientes, informaron sobre el desecamiento de lagunas, riachos y arroyos de la planicie de inundación del río Paraná a raíz de la extrema bajante y la merma de los caudales por debajo de los promedios históricos. Miles de peces atrapados se asfixiaban y morían, incluidos surubíes, dorados y patíes, entre otras especies de gran valor económico, alimentario y social. “Según los especialistas, las represas no sólo impiden las migraciones de los peces aguas arriba, sino que —al retener el agua cuando los peces realizan migraciones transversales en la planicie inundable— impiden que se completen los ciclos de desarrollo y reproductivos. Por otra parte, los embalses alteran irreversiblemente el hábitat acuático: según expertos del CONICET, Yacyretá e Itaipú en conjunto destruyeron el 44% del área reproductiva de las especies de surubí (Oldani, 2004)”, consigna el documento de Proteger. Grandes represas, daños colosales La nota enviada por proteger a la Cancillería señala
que “como sabemos, Yacyretá es una gran represa administrada
por un organismo argentino-paraguayo, la Entidad Binacional Yacyretá
(EBY); mientras que Itaipú es otra enorme represa binacional
regulada por Paraguay y Brasil, cuyo embalse –de 170 km de largo–,
se extiende sobre el Paraná a sólo 14 km al norte de la
frontera con la Argentina”. “Por nuestra parte, ante una consulta del Gobierno de la Provincia
de Santa Fe, ante la merma del surubí y otras especies de peces,
solicitamos desde la Fundación Proteger, en nota del 26 de enero
2009 a los Ministros de Producción, y de Aguas y Ambiente, y
a través del Consejo Provincial Pesquero, requerir “al
Gobierno Nacional y a la Cancillería iniciar urgentes acciones
tendientes a conocer y eventualmente modificar el manejo de los caudales
de agua por parte de las represas ubicadas en el río Paraná,
especialmente Yacyretá e Itaipú”, añadió. "Para los argentinos cristianos, la fiesta cívica tiene también su dimensión religiosa. No sólo de plegaria sino también de compromiso político. Es hora de que asumamos nuestro personal compromiso cristiano de colaborar, codo a codo y con hombres y mujeres de buena voluntad, en reconstruir el tejido social de la sociedad argentina. Ni pesimistas ni optimistas, realistas. Estamos viviendo un caos social-político: confusión, desorden, incoherencia, desconcierto, falta de transparencia". Homilía Obispo Esayne 25-5-2009. Los Kirchner al igual que sus funcionarios serán juzgados al terminar su mandato, pues su política es generadora de hambre y genocidio. Roberto Maturana Fuentes: http://www.malvinense.com.ar/snacional/utj072007/00509.html |
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