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Fuente:
Clarín |
04/09/07 |
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Malvinas: una nueva oportunidad | ||
Por Vicente Palermo POLITOLOGO (INSTITUTO GINO GERMANI-CONICET) Superado el tiempo de las evocaciones de la guerra en el Atlántico
Sur, un cuarto de siglo más tarde, nuestro país debería
estar preparado para debatir la real importancia que tiene la reivindicación
territorial para el logro de los intereses nacionales . Sosegada la polvareda, un somero examen de la reciente rememoración malvinense hace patente que el término "Malvinas" se ha convertido hoy en metonímico de "Guerra de las Malvinas". Basta preguntar a cualquier argentino ¿qué piensa de Malvinas? para evocar en su mente la guerra y sus consecuencias. Este desplazamiento de los otros significados del término por uno de ellos merece mayor atención. Considerando la "cuestión Malvinas" de modo abarcativo, percibimos cuatro significados muy diferentes: un archipiélago (habitado); la guerra de 1982; un diferendo inter-estatal, y una causa nacional argentina. Pasar por alto la distinción entre "diferendo" y "causa" confunde malamente las cosas. Los diferendos territoriales son corrientes. Argentina y Brasil tuvieron uno en las antiguas Misiones. Un arbitraje internacional dio vuelta la página. Gibraltar es apenas un diferendo entre españoles y británicos. Una causa nacional constituye en cambio un hecho cultural y político. Es una propuesta de identidad que aspira a tener encarnadura social, y carga a los diferendos de valores. Las causas nacionales cuentan de sí estar establecidas en virtud de mandatos que conjugan la identidad y los intereses nacionales y se proponen por encima de preferencias, valores o intereses "menores" de los ciudadanos. Ilustra muy bien esta interpelación de la causa Malvinas su cincelamiento en la dura piedra constitucional en 1994. El aliento de la causa Malvinas no nos brinda las mejores propuestas identitarias ni favorece nuestros mejores intereses como argentinos. Pero el problema principal es la falta de debate. Hay mucho barullo, poca imaginación, y escasísima discusión pública. Que la guerra haya eclipsado los otros significados empeoró las cosas: la causa Malvinas, oculta y bien protegida con el escudo del acontecimiento traumático, continúa definiendo los parámetros querellantes y autorreferenciales de la política oficial. Conocimiento y memoria son indispensables; pero la rememorización malvinense ha sido tan obsesiva como limitada. Centrada en el episodio, en sus desencadenantes inmediatos, en hipótesis causales superficiales (general borracho, dictadura acorralada, fervor patriótico de los argentinos engañados en su buena fe), en sus terribles secuelas, descuidó la inspección de las condiciones de largo plazo que hicieron posible ese desastre político y moral colectivo, entre ellas el nacionalismo territorial y su fusión en una poderosa causa. Las declaraciones del canciller Jorge Taiana en Naciones Unidas (Clarín, 22-06-2007) ilustran el modo en que la atención concentrada en la guerra preserva la causa: "la dictadura militar... actuó a espaldas del pueblo... apartándose del tradicional reclamo pacífico. Se trató de una decisión equivocada porque el pueblo argentino siempre supo que el ejercicio pleno de la soberanía será recuperado por el diálogo pacífico y diplomático". Que tan descomunal macanazo fuera proferido ante un auditorio en que todos saben que todos saben, ilustra cómo la "política" oficial se orienta al consumo doméstico. Esa política es inútil para alcanzar el objetivo que desvela a la ortodoxia malvinera, la "recuperación". El embajador César Mayoral, ex-representante ante la ONU, admitió que Argentina no podría hoy siquiera ganar, como en 1965, una resolución: "no es fácil conseguir (los) 128 votos (necesarios)... Quizás España vote a favor, por Gibraltar. Habría que conquistar a los rusos y a los chinos... Podemos volver a la asamblea a plantear el tema con más fuerza, pero sin resolución (Clarín, 19/06/2007)". Y desde que españoles, británicos y gibraltareños iniciaron un diálogo triangular un manto de neblina cubre el Peñón entre nosotros. Pero la obcecación en el objetivo territorial perjudica la mejor integración argentina al mundo, el aprovechamiento de las mejores oportunidades de cooperación ambiental, económica y tecnológica, y el desenvolvimiento de una propuesta identitaria republicana, progresista, distante del territorialismo y del unanimismo. Sin debate público nuestra política sobre Malvinas continuará atrapada por "la causa"; ahora que la rememoración malvinense ha quedado atrás, es quizás una buena ocasión para comenzarlo. |
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