"Tenemos
sistemas telefónicos por satélite, tenemos Internet por
satélite de banda ancha. Estamos conectados con el resto del
mundo probablemente como en ninguna otra isla del planeta", dijo
Mike Summers, consejero legislativo del archipiélago
Cerca del mar Antártico y con sólo un vuelo comercial
semanal que las una con el continente americano, el aislamiento de las
Islas Malvinas es difícil de superar.
Sin embargo, tras la guerra entre argentinos y británicos por
el control de las islas en 1982 se aceleró la llegada de las
nuevas tecnologías al archipiélago, donde hoy en día
hasta los granjeros que viven solos entre las frías montañas
se conectan de forma instantánea con el resto del mundo.
"Tenemos sistemas telefónicos por satélite, tenemos
Internet por satélite de banda ancha. Estamos conectados con
el resto del mundo probablemente como en ninguna otra isla del planeta",
dijo Mike Summers, consejero legislativo del archipiélago.
El fuerte crecimiento económico ha impulsado en la última
década grandes cambios en las Malvinas, cuyos 2.900 habitantes
contaban hasta la década de 1990 con un solo canal de televisión
y no tenían Internet.
Tras la guerra que ganó Reino Unido, el desarrollo de la pesca
y, más recientemente, del turismo, ha multiplicado el Producto
Interior Bruto, que fue de 150 millones de dólares (110 millones
de euros) en 2006.
"Uno de los grandes cambios en las Malvinas después de 1982
fue que efectivamente nos conectamos con el resto del mundo", señaló
Summers.
Actualmente muchos hoteles y bares de Puerto Stanley, la capital, ofrecen
Internet de banda ancha, incluso con servicio inalámbrico para
los ordenadores portátiles.
Los teléfonos móviles pueden usarse en gran parte de las
Malvinas, mientras que la televisión por satélite ofrece
los mismos canales que en el resto del mundo.
"Creo que la gente (de las islas) está más informada
ahora sobre lo que sucede en el mundo", afirmó Pippa Lang,
encargada de Política y Desarrollo de las islas.
De todos modos, aunque las comunicaciones modernas mejoraron el contacto
con el resto del mundo, algunos creen que también podrían
ejercer una influencia negativa sobre la población.
"Antes había mucha más vida social, la gente salía
a bailar, practicar deportes o jugar a los dardos. Ahora la gente se
queda en casa y mira televisión", dijo Lang. |
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