Las especulaciones
ganaron la Casa Rosada respecto del contenido que tendrá el discurso
de Kirchner en Ushuaia, el próximo lunes, a 25 años de
la guerra de Malvinas. Política. Por Angel Anaya.
BUENOS AIRES.- La solidaridad del “premier” laborista británico
Tony Blair con la conservadora dama de hierro Margaret Thatcher, a 25
años de Malvinas, permite descartar toda posibilidad de que Londres
se avenga a tratar con la Argentina directamente el problema de la soberanía.
En un gesto de cortesía con mucho de cinismo, Blair invitó
al Gobierno nacional a recordar la fecha del 2 de abril y los 74 días
que duró la guerra, pero el rechazo fue obvio. Inglaterra, como
en el caso de Gibraltar, remite las negociaciones con España
a la junta de gobierno del Peñón, lo que Madrid no acepta,
aunque sin dejar por ello de avanzar en las relaciones con los gibraltareños.
El próximo lunes, Kirchner pasará revista desde Ushuaia
a las variables relaciones con Gran Bretaña, y se especula con
que acepte navegar hasta la zona del irregular hundimiento del “Belgrano”,
por pedido de la Armada. La incógnita es ahora si el Presidente,
sin dejar de ser enérgico, reivindicará el derecho argentino
a negociar directamente, como dispusieron las Naciones Unidas e insisten
ante los oídos sordos de Londres, o desbordará ese contexto
con un criterio electoralista. En los años 70 las relaciones
con el archipiélago fueron creciendo hasta un punto tal que superaron
a las de Madrid por Gibraltar actualmente, con intercambio cotidiano
de viajeros sobre un aeropuerto construido por nuestro país en
Puerto Argentino.
Los recursos congelados
Después, cada gobierno nacional se manejó con criterios
propios hasta la dolorosa guerra que el Proceso emprendió en
su ocaso. El conflicto puso en evidencia la ineptitud militar pagada
con el heroísmo de tantos jóvenes, y precedida por una
incomprensión imperdonable de la realidad internacional de la
guerra fría. Será muy riesgoso para la vacilante política
exterior actual, condicionada por la coyuntura interna de un año
electoral, que Kirchner trate de castigar las relaciones con Gran Bretaña,
enganchándolas como se espera aquí a la recurrente década
de los 90, cuando el menemismo trató de restablecer la política
de preguerra de Malvinas.
Esta gestión, hoy descartada absolutamente, trataba de volver
a empezar; es decir, de ganarse la predisposición de los malvinenses
para incluirlos en la negociación con Londres.
Naturalmente, no hubo una política de Estado para ello, y bastó
que quienes siguieron tomaran otro rumbo hasta el endurecimiento, como
ocurre ahora.
Es muy probable también que la oposición actual al Gobierno,
donde hasta el momento no se ha definido una política sobre el
archipiélago irredento, no formule una alternativa y menos aún
que haya un acercamiento con la Cancillería, ya que no con la
Casa Rosada.
La inestabilidad de nuestra política exterior es la que facilita
a Gran Bretaña que no acuda a la convocatoria realizada por las
Naciones Unidas y permanezcan virtualmente congelados los recursos pesqueros
y petroleros en la conflictiva región del Atlántico Sur. |
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