Luis Vernet,
el gobernador de las Malvinas designado por el gobierno de Buenos Aires,
nació en Hamburgo, Alemania, el 6 de marzo de 1791. Vivió
8 años en Filadelfia, donde en la firma de sus amigos de negocios...
Por Enrique Oliva
Luis Vernet, el gobernador de las Malvinas designado por el gobierno
de Buenos Aires, nació en Hamburgo, Alemania, el 6 de marzo de
1791. Vivió 8 años en Filadelfia, donde en la firma de
sus amigos de negocios Brock y Kumbhaar se desempeñó como
sobrecargo (administrador de cargas navieras), lo cual le permitió
conocer mundo y lograr una vasta experiencia en el comercio internacional.
Políglota, explorador, preparado científicamente, colonizador,
imaginativo, culto, sociable y tenaz trabajador, no tuvo problemas para
hacer fortuna y emplearla en beneficio de la Argentina, su patria adoptiva.
Desde Río de Janeiro se embarca Vernet para Buenos Aires en cuanto
se entera de la formación de un gobierno propio el 25 de Mayo
de 1810. Se inicia en actividades comerciales con rápido éxito
y goza de vinculaciones sociales relevantes en la ciudad. Se casa con
gran pompa en la catedral el 17 de agosto de 1819 con María Sáez,
hija de un acaudalado negociante uruguayo (Francisco Sáez). De
dicha unión saldrían 4 hijos: Luis, Emilio, Luisa y Sofía.
En 1823 el gobernador Martín Rodríguez le concede a su
amigo Jorge Pacheco autorización para establecerse en la isla
Soledad (Malvinas) para explorar la fauna marítima y el ganado
cerril. Como Pacheco adeuda una gran suma de dinero a Vernet, le cede
a éste la mitad de la concesión de 30.000 leguas y acuerdan
asociarse y planean grandes proyectos.
En 1826, Vernet propone al gobierno de Buenos Aires que le otorgue el
resto de tierras no cedidas a Pacheco para fundar una colonia, con excepción
de impuestos por 30 años. Funda su solicitud en razones políticas,
económicas y soberanas, teniendo en cuenta la guerra de esos
momentos con el Imperio del Brasil, que ya había intentado desembarcar
en la Patagonia, atacando sin éxito en Carmen de Patagones. Consigue
la nueva concesión, comprometiéndose a establecer allí
una colonia en el término de 3 años.
Emilio Vernet, hermano de Luís, junto a Loreto Sáez, cuñado
del colonizador, viajan de inmediato al Sur a explorar el terreno y
las instalaciones abandonadas y preparar viviendas para la radicación
de sus familias y las de otros colonos. Desde Buenos Aires, Vernet escribe
a amigos de Europa para interesarlos en participar de la empresa, informándolos
de las riquezas de las Malvinas.
El 10 de junio de 1829, el gobernador Martín Rodríguez
y su ministro Salvador María del Carril deciden nombrar un comandante
político y militar en las Malvinas y las adyacencias al Cabo
de Hornos en el mar Atlántico, designando para ese cargo a Luís
Vernet, “teniendo en cuenta las condiciones que reúne“.
A solo 35 días del nombramiento, al mando de una flotilla propia,
Luís Vernet regresa a Malvinas, esta vez con su esposa. De inmediato,
el nuevo comandante se dedica a diversas tareas. En primer lugar, de
acuerdo al decreto de Martín Rodríguez, arma una batería
bajo la bandera nacional. Luego toma otras medidas, desde hacer un relevamiento
topográfico a estudios sobre la flora, fauna y clima, pasando
por la instalación de una lobería en la isla de los Estados.
Se vincula personalmente con los 80 colonos en Malvinas, a quienes aconseja
técnicamente. Promete y cumple la rápida construcción
de mejores viviendas con maderas que trae de la Isla de los Estados.
También toma el compromiso de darles en propiedad espacios para
su cultivo o explotación ganadera. La minuciosa descripción
de sus labores, es conocida por el diario que lleva su culta esposa.
La incesante correspondencia de Vernet llama colonos explicándoles
las ventajas del lugar. Y comienza a arribar gente de diversos lugares
del globo y en particular gauchos, que pronto son mayoría. Todos
reciben del comandante tierras, semillas y herramientas. Asimismo se
preocupa con éxito para crear un clima de camaradería
y solidaridad entre los colonos.
Los gauchos venidos de Buenos Aires apresan caballos salvajes, los doman
y domestican. Diversas iniciativas entran a funcionar rápidamente.
Un saladero para carne vacuna y pescado sirve para abastecer a los barcos
de paso y exportar en sus propios navíos. También encarga
la construcción, bajo diseño y dirección propios,
de una goleta llamada “Aguila”, que lleva a feliz término
para la pesca de anfibios, tripulada con 10 hombres. Construye el navío
con maderas de la Isla de los Estados y metales de naufragios, todo
trabajado en sus talleres de herrería y carpintería.
En un renglón industrial pasará también a la historia
al inventar una fórmula química para permitir que los
cueros lleguen bien a destino, soportando las largas travesías.
De allí surge la palabra “vernetizar” que se difundió
en la Argentina y el mundo. En las piletas construidas por el comandante,
llegó a “vernetizar” hasta 3.000 cueros por día.
El invento le mereció un gran prestigio y hasta el elogio público
del ingeniero Carlos Pellegrini. Allí quedaron confirmadas sus
cualidades de científico.
Otras actividades
El gobernador no descuida la atención a los frecuentes naufragios
en esos mares. en esas costas. El marino y sus tripulantes fueron salvados
y auxiliados por medio del “Aguila”, que pone en manos del
capitán en desgracia para las tareas de salvamento. Ante las
atenciones de Vernet a esos náufragos, los convenció de
aceptar Mateo Brisbane, capitán de la marina británica
fue uno de los que perdió su barco, el “Baufort“.
Este trabajó en las tareas de pesca y todos se quedaron en Malvinas,
junto al capitán Brisbane, cuyos restos reposan allí.
El capitán Fitz Roy, que estuvo en Malvinas con Carlos Darwin,
escribió: “El gobernador Vernet me recibió con cordialidad.
Posee una gran ilustración y habla varios idiomas. Su casa es
una construcción larga y baja, de un solo piso, con gruesos muros
de piedra. Encontré en ella una buena biblioteca compuesta de
obras españolas, alemanas e inglesas. Una alegre conversación
amenizó la comida, a la cual asistieron el gobernador Vernet,
su esposa y algunos invitados. Por la noche hubo música, canto
y baile. En la habitación había un gran piano, la señora
de Vernet, una bonaerense, nos dejó oír su excelente voz,
que sonaba un poco extraño ‘en las Falkland’, donde
solo esperábamos encontrar algunos loberos”.
Luís Vernet demostró una incansable fe en sus proyectos.
Allí invirtió y perdió toda su gran fortuna. “...lo
que pensábamos realizar en un año –dijo– estuvo
terminado al cabo de cinco. Mis socios se desanimaron y me vendieron
sus derechos....Compré 5 barcos y los perdí...”
(con el acto de piratería inglés).
La preocupación del gobernador de Malvinas, Tierra del Fuego
y adyacencias, por la preservación de especies que explotaban
pescadores furtivos, pide sin resultado un barco de guerra y hombres
de caballería a Buenos Aires. No obstante, con sus escasos medios,
Vernet, luego de advertir de las restricciones vigentes a sus respectivos
capitanes, detiene a las goletas norteamericanas “Harriet”,
“Braskwater” y “Superior”. Con las naves propias
y las incautadas, viaja a Buenos Aires para presentar su acción
al Tribunal de Presas, dejando a cargo a su segundo Enrique Meteaf.
En esa ausencia de gestiones del gobernador, Estados Unidos, que no
reconoció la soberanía argentina, ataca con su cañonera
“Lexington“, comandada por el corsario Silas Duncan, y destruye
la obra allí realizada con una colonización pujante y
en continuo aumento.
Luego, el 31 de diciembre de 1831, apoyándose solo en la fuerza
de su Marina Real, Inglaterra ocupó las Malvinas, convirtiendo
al archipiélago en colonia, cosa que Argentina no ha dejado de
reclamar nunca.
El esforzado, creador y talentoso Luís Vernet, murió en
San Isidro (Buenos Aires) a los 80 años de edad, el 7 de enero
de 1871, luego de un escabroso período de juicios calumniosos
en su contra, que pudo superar.
Poco después, el general Bartolomé Mitre, escribiendo
elogiosamente sobre Vernet y su “preservativo de cueros“,
dijo: “Murió pobre después de enriquecer a un país“.
Nota: En diversos tramos de este recordatorio, se ha seguido el trabajo
de A. Larran de Vere.
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