08/10/2009

 

Una tandilense en el homenaje en Darwin  

Una casco blanco tandilense encabezó el viaje de familiares de caídos a las islas Malvinas. Este fin de semana repetirá la experiencia...

No se podía exhibir ningún tipo de símbolos patrios. Arribando a Malvinas, hubo un aplauso generalizado que duró dos minutos. Ya comenzamos todos quebrados emocionalmente. Fue espontáneo y muy impactante”. La tandilense María Laura Shemi es licenciada en trabajo social y desde hace cinco años trabaja como casco blanco en la Cancillería argentina. El sábado pasado fue la única testigo (y a la vez protagonista) de un hecho histórico: el viaje a las islas de 130 familiares de caídos en la guerra, entre los que se encontraban dos tandilenses, para inaugurar un cenotafio a los 649 soldados argentinos fallecidos durante el conflicto. Shemi repetirá la experiencia este fin de semana, con un contingente de otros 200 familiares.
“Hace dos meses nos convocaron a coordinadores de cascos blancos de todo el país a ser parte de esta misión y nos asignaron a una serie de personas a visitar, de acuerdo a la zona a la que pertenecemos cada uno. Yo entrevisté a gente de Chivilcoy, Dolores, Daireaux, General Villegas, Cacharí y Tandil”, contó a este Diario.
Sin embargo, la importancia de su tarea creció sorpresivamente: “Mi responsabilidad primera fue coordinar a todos esos familiares: hacerles visitas previas, porque convengamos que no es una misión sencilla. Tenía mucha influencia si eran papás, primos o hijos, porque el duelo que hacen no es el mismo. Pero cuando llegué a Buenos Aires, grande fue mi sorpresa: me comunicaron que iba a acompañar a los 130 familiares. Ante el gobierno de las islas, yo fui la responsable”.
-La ausencia de funcionarios en el viaje tiene un fundamento.
-Sí. Ningún funcionario del país viajó porque, de lo contrario, con la firma del pasaporte, estarían reconociendo la soberanía británica sobre las islas, que es por lo que se está peleando hace mucho tiempo. Yo, como casco blanco, no tengo el compromiso de un funcionario político.
-¿Cómo fue el recibimiento de los habitantes de Malvinas?
-Los isleños nos recibieron muy bien. Se portaron de manera muy cordial, respetuosa y educada. Tienen una cultura y una idiosincrasia distinta a la nuestra, pero se mostraron muy atentos. Es para destacar.
-En la parte previa, ¿algún familiar rechazó la propuesta?
-Todos tenían el deseo de ir. Hace aproximadamente tres meses se les envió una nota donde se les informaba a todos los familiares sobre las dos instancias del viaje. Tuvieron que responder con un tiempo prudencial, porque había que hacer todos los trámites correspondientes. Podían viajar sólo madres, padres, esposas o hijos. Después, hubo algunas excepciones y también viajaron primos.
-¿Recuerda alguna entrevista en particular? ¿Cómo reaccionaron cuando les dio la noticia?
-Todos se quebraron. En Dolores, por ejemplo, el papá de un caído me mostró una carta del hijo antes de fallecer, en la que le contaba que había escuchado que los ingleses peleaban con armas y los argentinos con escobas. Cuando llegué al cementerio de Darwin, el cementerio argentino, muchas mamás repitieron lo mismo. Se ve que se decía entre muchos de los caídos. Vinculado a esto, muchos papás de Córdoba tienen cartas de soldados ingleses que antes de suicidarse les pidieron disculpas por haber matado a los hijos. El día 3 se inauguró un cofre, entre las cruces y la cruz mayor. Las mamás dejaron ahí esas cartas.

La mirada de hoy

-Al contingente lo despidió la Presidenta. ¿Qué le dijo?
-‘Mucha fuerza’, y me deseó suerte. Yo fui la última en subir al avión, porque era la encargada de llevar la caja con los pasaportes. Estaba muy nerviosa, la Presidenta me apretó la mano y subí. Después, me llamó el domingo, cuando volvimos. Me preguntó cómo me había ido y cómo habían estado los familiares.
-¿Se conocían entre ellos?
-La mayoría se conoce. Hay un grupo de familiares del Crucero General Belgrano que fue el que más tiempo tardó en encontrar a sus caídos. De acuerdo a las zonas de residencia de cada uno (esto pasó entre el ‘82 y el ‘83), se pasaban a buscar e iban a Campo de Mayo o al Regimiento a preguntar por ellos.
-¿Cómo viven los años posteriores a la guerra?
-Se habla de las marcas que dejó el conflicto y de la desidia del Estado. Muchas madres le pidieron a la Presidenta que las reciba. Así lo contaron en el vuelo. Nunca se sintieron recibidas por una autoridad nacional Y ninguno de los presidentes recibió a las madres.
-Ven homenajes sólo simbólicos o ‘de la boca para afuera’. Lo digo también por la asistencia a los veteranos de guerra.
-Eso es lo que sienten los padres. Estos viajes hacía 27 años que venía intentando llevarlos a cabo la comisión de familiares de caídos, que, mayormente, está integrada por veteranos de guerra. Tienen mucha ansiedad y muchos recuerdos, y así los transmiten en su voz, en su discurso oral, en los abrazos a los padres de los caídos. Yo no paro de llorar todavía. Ni yo ni mis compañeros. No se puede explicar. Es demasiado fuerte para todos.

Historias

-¿Cómo reaccionaron los familiares frente a las cruces?
-Había papás que les contaban a la cruz lo que pasó durante estos 27 años. Una mamá le pidió por la vida de su nieta al caído, por ejemplo. Otra mujer, después de que visitó la tumba de su esposo, llevaba un papel con cinco nombres. Los buscaba entre los mármoles y se paraba cuando los encontraba. En un caso, la mamá de uno de esos caídos le preguntó si lo conocía. Y la historia era así: un teniente mayor, muy viejito ya, que vive en Reconquista y nunca pudo ir a Malvinas, le pidió que los busque y les rece una oración, porque eran cinco soldados del grupo de él. El le decía que eran sus cinco hijos. Las dos mujeres se abrazaron y se pusieron a llorar. Después, muchas historias más, al mismo nivel de conmovedoras que ésta.
-¿Recuerda alguna más?
-Hay un papá que, dos horas antes que derrumben su avión, habló con su hijo y le dijo que fuera feliz. El chico, que hoy tiene más de 30 años, contó que se acuerda que su papá le dijo que tenía que ser feliz. Y muchos años en su cabeza se preguntó qué le había querido decir su padre.
-Sé que es muy reciente y que ahora va a encarar la segunda experiencia, pero ¿qué le queda de este viaje?
-El orgullo y la satisfacción de esto que es único, que me hayan elegido para esta responsabilidad. Y agradecerle a mi familia, a mis amigos y a mis seres queridos, que me acompañaron en todo momento, porque en estas situaciones es cuando realmente se nota el apoyo. También a mis compañeros, que se portaron de la misma manera. Todavía sigo recibiendo mails y llorando cuando los leo.

Fuente: eleco.com.ar

 

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