Dentro de los parámetros funcionales del sistema capitalista
(establecido como "civilización única") la "población
sobrante" son las masas expulsadas del circuito del consumo como
emergente de la dinámica de concentración de riqueza en
pocas manos.
Estas masas, que se multiplican por las periferias de Asia, África
y América Latina, no reúnen los estándares del
consumo básico (supervivencia mínima) que requiere la
estructura funcional del sistema para generar rentabilidad y nuevos
ciclos de concentración de activos empresariales y fortunas personales.
Además, esa masas expulsadas del circuito del consumo, requieren
(para darle una pantalla "compasiva" al sistema) de una estructura
"asistencialista" compuesta por la ONU y las organizaciones
internacionales que representan una carga y un "pasivo indeseable"
en los balances de gobiernos y empresas trasnacionales a escala global.
Dentro del mercado y de la sociedad de consumo capitalista, la lógica
de producción no se mide por la satisfacción de las necesidades
básicas de la sociedad (comida, vivienda salud, educación
etc.) sino por los parámetros de optimización de la rentabilidad
privada.
La producción de bienes y servicios (esenciales para la supervivencia)
controlada por el capitalismo está socializada, pero su utilización
está privatizada: No responde a fines sociales de distribución
equitativa de la riqueza producida por el trabajo social sino a objetivos
de búsqueda de rentabilidad capitalista privada.
El objetivo estratégico central del sistema (su lógica
y esencia funcional) está motorizado, en primer término,
por la búsqueda de la rentabilidad para sus empresas y bancos
transnacionales, su columna vertebral ejecutora de sistema económico
dominante a escala planetaria.
Esta dinámica -históricamente probada- genera un resultante
contradictorio: Achicamiento del consumo, concentración de riqueza
en pocas manos, y expulsión del circuito del consumo y de la
supervivencia de miles de millones de personas.
La población del mundo ya alcanza a los 6.500 millones de personas,
de la cuales sólo alrededor de 500 millones se ubican en el status
de "nivel óptimo" de consumo que requieren las necesidades
operativas de rentabilidad de los bancos y empresas que hegemonizan
la industria, el comercio y las finanzas del sistema capitalista impuesto
a escala global.
Fuera de este triángulo del "consumo óptimo",
compuesto en su vértice por el segmento de los "súper-ricos",
y alimentado en su base por la masa productora de riqueza a escala global,
se encuentran otros 2000 millones de personas, las que (sin llegar al
"consumo óptimo") desarrollan un "consumo regular"
de los bienes y servicios producidos y ofertados (para quien pague por
ellos) por la estructura productiva capitalista.
Otro sector compuesto aproximadamente también por unos 2.000
millones de personas conforman un segmento de consumo bajo, con una
situación social irregular y fluctuante que no cubre totalmente
sus necesidades de vivienda, salud y de confort , y que no compensa
las necesidades productivas de rentabilidad del capitalismo regenteador
de la sociedad de consumo, a la vez que resulta el sector más
vulnerable en la actual crisis recesiva que se está desarrollando
a escala global. Debajo de estos segmentos, hay una franja de población,
otros aproximadamente 2.000 millones de personas que oscilan entre la
"pobreza estructural" (no cubren sus necesidades básicas)
y la "indigencia" (carentes de medios de supervivencia), que
conforman una "masa crítica" de expulsados del circuito
del mercado del consumo.
"Consumidores irregulares", "pobres estructurales"
e "indigentes" son el producto histórico más
representativo, el emergente social de un sistema económico que
no produce con fines sociales sino con fines de rentabilidad individual
conseguida con la explotación del trabajo social.
Como el sistema dominante sólo produce para quien pueda pagar
por los bienes y servicios, esta masa expulsada del circuito del consumo
(por la dinámica concentradora de riqueza en pocas manos) le
"sobra" al sistema capitalista, y solo una cantidad reducida
(la masa integrada que va quedando detrás de las expulsiones
periódicas) le produce ganancia a las grandes empresas y bancos
transnacionales que controlan todos los eslabones del mercado y la producción
mundial.
Anoten, registren y trasmitan esta advertencia: Líbano, Irak,
Gaza, Afganistán, Pakistán, Sudán, Somalía,
y Sry Lanka, entre otros (al margen de los objetivos geopolíticos
y militares que representan dentro del tablero de la guerra intercapitalista
por el apoderamiento del petróleo y de los recursos estratégicos),
son teatros experimentales de exterminio militar en masa de "población
sobrante" que funcionan bajo la carátula operativa de la
"guerra contra el terrorismo".
Esta "solución final" maltushiana aplicada militarmente,
que evoluciona de lo simple a lo complejo, tiene un clara línea
de continuidad transformacional en los procesos de ocupación
militar (Irak y Afganistán) y en los distintos escenarios de
"guerra contra el terrorismo" en Asia, África y Medio
Oriente.
No se trata de "teoría conspirativa", sino de hechos
y de resultantes confrontados dentro de un proceso que repite patrones
operativos internacionales, no solo militares, sino políticos,
diplomáticos y mediáticos. El último laboratorio
experimental de exterminio de "población sobrante"
fue Sri Lanka.
Por Manuel Freytas
manuelfreytas@iarnoticias.com
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