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30/08/2011 |
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La lección de Libia para los Latinoamericanos | |||
Hasta febrero de
este año parecía que el hombre fuerte de Libia: Muamar el
Gadafi, el “guía” de la Gran Yamahiriya Árabe
Libia Popular Socialista nombre oficial del Estado de Libia, que había
logrado superar los embate de las revoluciones árabes en el norte
de África y en Oriente Medio que derribaron a “dos viejos
dictadores seudos democráticos”: Ben Ali de Túnez
y Hosni Mubarak de Egipto ambos apoyados por los EE.UU. y Europa en Túnez
y Egipto respectivamente, que cumplían ampliamente con el un brutal
pero sencillo ejercicio de la realpolik de las potencias occidentales:
individuos que recurren a métodos repugnantes y son éticamente
detestable, pero que enfrenta a nuestros enemigos con mucha eficacia,
y eso nos viene tan bien que resulta razonable hacer la vista gorda ante
sus desmanes.
Otro detalle no menor, que diferenciaba a los regimenes egipcio y tunecino, era que el Libio se basaba en una tribucracia (gobierno de las tribus) que fue el sistema que funciono durante los últimos 40 años y que antes de la invasión occidental había logrado que “la Libia de Gadafi era el único país africano con un índice de desarrollo humano similar al de cualquier país de Europa, con un ingreso per cápita aproximadamente de unos 13.000 dólares estadounidenses, una esperanza de vida al nacer de 77 años, una población de apenas 6.530.000 habitantes en un basto territorio con 1.759.540 km², con un índice de pobreza que no llegaba al 5% y tenía una tasa de alfabetización del 83%. Además Libia tenia un jugoso producto interno bruto de unos $ 76.557.000.000” (1). Pero Gadafi había cometido un gravísimo acto de indisciplina para la triada occidental al poner trabas a la negociación con empresas de capital norteamericano e ingles para extraer sus recursos energéticos (solo actuaban secundariamente), había abierto el juego a compañías petroleras chinas y lo mas grave era su idea de abandonar el patrón dólar para sus transacciones internacionales y a los ojos de los poderes mundiales tradicionales con la crisis financiera actual era demasiado. Allí empezó la demonizacion de Gadafi y “espontáneamente” aparecieron grupos rebeldes que rompieron con el tradicional equilibrio de poder en especial en la zona de la Cirenaica con centro en Benghazi y aquí el primer movimiento: durante varios días la “prensa seria” se hizo eco de informaciones del accionar del ejercito libio asesinando a cientos de pacíficos manifestantes (en general las denuncias las generaban ONG de DDHH de dudoso origen), pero fueron transmitida como datos ciertos; ello fue así hasta que ingresaron periodistas independientes y de la cadena Telesur de Venezuela, que demostraron que los supuestos ataques contra la población civil por parte de aviones y tanques eran falsos y que los “pacíficos manifestantes” o “rebeldes” se paseaban por la calles de Benghazi en tanques y con armas automáticas, adquiridas en sus ataques a cuarteles de la Ciudad. Luego en un segundo movimiento: las potencias occidentales encabezadas por Inglaterra y Francia apoyadas por EE.UU., iniciaron presiones en el consejo de seguridad de la ONU para que se estableciera un mandato para impedir la utilización del espacio aéreo libio por parte de las fuerzas del estado libio y bloqueo de las costas para impedir la llegada de armas a las fuerzas gadafistas (resolución de la ONU que no contó con la aprobación de China y Rusia); igual con este “mandato” la OTAN inicio las operaciones militares para dar cumplimiento al nuevo modelo de ingerencia en asuntos internos de otros estados que establecieron recientemente con el “principio” basado en “su” “responsabilidad de proteger”(¿?), que se abrogan unilateralmente las viejas potencias colonialistas europeas y con ello dieron inicio a la operación “Odisea del Amanecer” (que hasta el viernes de la semana pasada representaban 20.000 vuelos sobre Libia y mas de 7500 ataques al suelo); a pesar del bloqueo, los ataques aéreos y misilisticos, los “rebeldes” no lograban avanzar y quedo el país dividido en dos grandes zonas la Tripolitana con su capital en Trípoli (tribus gadafistas) y la Cirenaica con capital en Benghazi (tribus antigadafistas). Y aquí entra en juego el tercer movimiento y es la participación
directa de EE.UU. en el conflicto, para romper el equilibrio inestable
del mismo (que a la larga redundaría en la victoria de los gadafistas
de continuar así), “reorganizando” a los rebeldes
con la incorporación de mercenarios y de grupos islamistas fundamentalistas
como al Qaeda, sumando el apoyo de las petro-monarquías de Qatar
y de Emiratos Árabes, más, apoyo logístico, armamentístico,
y de bombardeos puntuales (utilización los “drones”
aviones a control remoto sin tripulantes), e instalando la nueva “doctrina
militar que defiende el nuevo director de la CIA, el general de Ejército
David H. Petraeus. La guerra la hacen los correspondientes “nativos”,
mientras que Washington se limita a prepararlos para tal operación
y a lo mejor sólo interviene con su aviación y/o su armada,
pero ya no con tropas terrestres, tal y como ocurrió en Irak
y Afganistán” (2). De esto podemos concluir que en el aspecto
militar EE.UU. sigue manteniendo un poder unilateral a nivel global.
Y profundizando el uso del arma que más éxito le ha dado
en los últimos años para legitimar sus guerras: las cadenas
mediáticas, gracias a ellas han logrado desinformar a gran parte
de la población mundial, tergiversando la información
y armando un escenario que nada tiene que ver con la verdad sino con
sus intereses. Esta concentración que se profundizo en los 80
y que ha continuado hasta ahora, nos lleva a afirmar que la concentración
de medios en pocos magnates con lleva a una menor libertad de información,
y además a afirmar que los grupos mediáticos están
interrelacionados económicamente con el complejo industrial militar
tecnológico norteamericano (CNN International se puede ver en
212 países, con una audiencia diaria de mil millones a nivel
mundial o el Imperio de Murdoch incluye Inglaterra, Australia, START
TV en Asia, FOX, NBC etc.). Esta historia de una muerte anunciada, nos debe llevar a reflexionar como actúa el mundo capitalista occidental atlantista en crisis y los sudamericanos debemos tomar debida nota de esta realidad, especialmente después del éxito de la operación OTAN-USA para poner en “orden” el norte de África, e instalar la cabeza operativa del Comando África (AFRICOM), con facilidades portuarias en Libia y controlar los recursos energéticos tan necesarios para sus debilitadas economías especialmente las Francesa e Inglesa. Ahora sabemos que los nuevos argumentos intervencionistas se basaran en la teoría del Derecho de Proteger y el arma mediática allanara el camino para su aplicación. Latinoamérica es un gigantesco espacio apetecible a los intereses de las potencias de la triada y sobre esta dramática experiencia la UNASUR y el Consejo de Defensa Sudamericano con su CEED, deben establecer doctrinas para garantizar la paz y la prosperidad de nuestra región.- Lic. Carlos Pereyra Mele (1) Articulo “El Coronel no tiene quien le escriba”, Lic.
Juan Manuel Lozita |
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