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Argumentos británicos en Crimea contradicen su postura en Malvinas
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Un mapa permite entender gran parte de la crisis en Ucrania, un país quebrado entre la influencia rusa y las potencias de occidente, pero otro conflicto, el argumentativo, está teñido de hipocresía y doble moral, como es evidente en el caso del Reino Unido que hoy defiende principios contrarios a sus argumentos en Malvinas. Como si fuese una partida de ajedrez en la que puede inventar las reglas de acuerdo a cada situación, Londres tuerce el debate sobre la autodeterminación de los pueblos y la integridad territorial en base a sus intereses, y no al derecho internacional. La Carta de las Naciones Unidas es clara al indicar que todos los pueblos (que no es lo mismo que toda comunidad humana) tienen derecho de libre determinación. No obstante, en su resolución 1514, el organismo internacional precisó que ese principio no debe estar "orientado a la disrupción parcial o total de la unidad nacional y la integridad territorial de un país". Con esa premisa, el primer ministro británico David Cameron, dijo el lunes en la Cámara de los Comunes que el referendo del próximo domingo que va a decidir si Crimea se anexa a Rusia "es ilegal e ilegítimo", ya que viola la soberanía de Ucrania. Pero con ese reconocimiento, el premier contradice por completo los argumentos del Reino Unido, que se escuda en el principio de autodeterminación para no negociar la Cuestión Malvinas con Argentina, que reclama el territorio usurpado en 1833. Durante su intervención en el Parlamento, Cameron desestimó la consulta en Crimea ya que su resultado "no va a ser reconocido por la comunidad internacional" y que "la zona está llena de soldados". Pero nada de eso le importó para organizar hace exactamente un año una consulta en Malvinas, uno de los territorios más militarizados del mundo, y en el que rigen más de 40 resoluciones de las Naciones Unidas (ONU) que exigen un diálogo bilateral. La hipocresía de Londres no es nada nueva y está expuesta en otros casos, como los chagosianos, expulsados de su hogar en el Océano Índico y cuyo derecho de autodeterminación viene siendo negado por sucesivos gobierno británicos. Serguéi Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores del gobierno de Vladimir Putin apuntó hoy a esas contradicciones cuando aseguró que "Crimea es más importante para Rusia que las Malvinas para el Reino Unido". Claro que ese doble estándar del Reino Unido tampoco le permite a Moscú escribir sus propias reglas y organizar en Crimea un referendo que viola la integridad territorial de Ucrania. Pero casos como Malvinas (y se pueden sumar Kosovo y Sudán) demuestran que las potencias, tanto de oriente como de occidente, se valen por sus propias doctrinas, aquellas que no conocen leyes ni jurisprudencias, sino intereses políticos y económicos.
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